Ganadora este año del Giro y del Tour, la española dejó ver
desde el principio que estaba dispuesta a aprovechar el estado de
gracia por el que atraviesa y a rematar su gran temporada con un
broche de oro como el título olímpico. Atenta a todos los ataques,
Somarriba estuvo presente en todos los cortes que se produjeron a
los largos de los 119'7 kilómetros que completaban las siete
vueltas al nada exigente circuito de Sydney y tan sólo el excesivo
control de sus rivales la impidió alcanzar el sueño de la
medalla.
Consciente de que sus opciones pasaban por romper la carrera
para llegar en solitario, o en su defecto en un reducido grupo, a
la meta la vizcaína hizo una auténtica exhibición de fuerza. Con la
francesa Jeannie Longo, campeona en Atlanta, dando sus últimos
coletazos a sus 40 años Somarriba confirmó que está llamada a ser
la gran heredera de la gala en el ciclismo internacional.
Las lluvia y el frío se convirtieron en protagonistas y
complicaron mucho el desarrollo de la prueba, causando numerosas
caídas. Aún así, las grandes favoritas no se amedrentaron y tomaron
los mandos de la prueba a partir del segundo giro, en donde
Somarriba ya se dejó ver al saltar a la rueda de la cubana Pérez
que buscaba la fuga.
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