El Real Mallorca vivió ayer una auténtica encerrona nada más llegar
a Jerez de la Frontera. Al margen del viaje, largo, tediosos y
difícil, el equipo arribó al filo de las nueve menos cuarto de la
noche al campo de Chapín para llevar a cabo la sesión de
entrenamiento prevista con anterioridad.
La sorpresa fue mayúscula cuando los responsables del estadio
impidieron a los jugadores entrenar sobre el campo donde jugarán
esta noche. Los dos presidentes, Mateo Alemany por el Mallorca y
Luis Oliver por el Jerez, habían acordado que el equipo isleño
podría entrenar en Chapín por la noche, siempre y cuando no
lloviera. Ayer por la mañana llovió sobre Jerez pero el campo
estaba en buenas condiciones y el Mallorca no habría dejado
maltrecho el césped ya que, para sus intereses, lo que más le
conviene es un firme en el mejor estado posible.
Cuando los futbolistas estaban ya sobre el verde dispuestos a
entrenarse, un directivo del estadio municipal, les expulsó del
campo invitándoles a realizar la sesión preparatoria en un campo
anexo. Al dirigirse hasta ese punto la puerta estaba cerrada con
llave y ahí explotó Luis Aragonés. Eran las nueve y media de la
noche, el equipo llevaba prácticamente siete horas entre
aeropuertos, aviones y autobuses y no podía entrenar. Para más
perjuicio el equipo no había trabajado por la mañana en Palma
dejando la sesión para la tarde cuando se llegase a la ciudad
andaluza.
Los planes del viaje se venían a pique y el Jerez se aprovechaba
de esta «manita» que le daba el Ayuntamiento para desmoronar al
Mallorca y, de entrada, romperle por completo la planificación
prevista circunstancia que encolerizó a Luis Aragonés y también al
presidente Mateo Alemany.
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