Finidi, en una acción del encuentro que ayer disputó el Real Mallorca ante el Rayo Vallecano.

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TOMEU TERRASA-ENVIADO ESPECIAL A MADRID El Real Mallorca empató en el primer partido del nuevo milenio. Ayer los de Aragonés igualaron a dos en un encuentro que tenían ganado, que incluso tuvieron perdido pero al final, la alternancia que hubo en el marcador quedó en el menor de los males, es decir, en empate.

Pero los rojillos arrancaron de maravilla ya que empezaron colocando el cero a uno. Ariel Santiago Miguel Ibagaza se encargó de dejar helados a los aficionados del Rayo que presenciaron el partido en una gélida y fría tarde madrileña. El «Caño» volvió a ejercer de crack y a los cuatro minutos del primer tiempo establecía el cero a uno. El argentino supo finalizar una jugada nacida de los pies de Marcos, que terminó estallando el esférico en las botas de Finidi y el mediapunta estaba en el lugar preciso, en el momento adecuado para aprovechar un error garrafal de la zaga y meter la pelota por el único sitio posible entre Keller y el poste.

Un gol como sólo unos pocos saben marcarlos. A partir de ahí el Mallorca hizo lo que se debe hacer en estos casos. Ralentizar todo lo posible el partido e intentar jugar a la contra en el maltrecho césped vallecano. El Rayo apenas llegaba pero en el minuto 13 Bolic no fue capaz de aprovechar un rechace de Franco en la frontal del área pequeña y envió la pelota por encima del larguero.

Sin embargo, al cumplirse la primera media hora de partido, la situación sufrió un cambio radical. Los de Juan de Ramos empezaron a jugar sus cartas. Ganaban en los balones divididos y apostaban por los balones bombeados al interior del área. En una de estas acciones llegó el uno a uno. Fue Poshner quien botó una falta desde la línea de tres cuartos, dirigió el balón al segundo palo y ahí, De Quintana vio a Finidi disfrazado de Baltasar y a Franco de Melchor. Los dos jugadores del Mallorca regalaron el gol al central rayista. Luego vinieron los nervios, las imprecisiones y la remontada madrileña. Otra vez un balón centrado al punto de penalti, Miquel Soler reacciona tarde y mal y Quevedo, a bocajarro, lanza un misil imposible para Franco y adelanta al equipo de Vallecas en el marcador.

Lo que empezó bien no pudo acabar peor aunque por delante quedaban todavía 45 minutos para intentar solventar una papeleta difícil. El propio Mallorca se la había complicado.

La segunda mitad empezó con un equipo, el balear, más centrado y metido que su rival. Agresividad y todo el toque de balón posible que dejaba hacer el maltrecho césped eran las armas que hacía servir el cuadro de Aragonés. Novo le dio un aire nuevo al equipo por banda derecha y Ibagaza, que fue el mejor, se metía el grupo a sus espaldas y poco después del cuarto de hora de la reanudación envió una magnífica y certera asistencia a Eto'o que no perdonó y estableció el empate a dos.