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La temperatura del Palau se disparará con la llegada del Caprabo Lleida, otro equipo que se ha hecho sitio entre los mejores y que contempla el ascenso como un reto perfectamente asumible. Bàsquet Inca sigue refugiado en un discurso moderado, pero su hinchada no se corta y las expectativas que está generando el equipo de Es Raiguer no admiten excesivos límites. Es un hecho que podrá en el inminente cruce de caminos con el cuadro catalán.

El lleno está asegurado y esta misma mañana se iniciarán los trabajos para instalar unas gradas supletorias con las que se incrementará el aforo del Palau. Las peticiones de los aficionados han desbordado todas las previsiones que había realizado el club y el Lleida está condenado ha hacer frente a un doble aspecto: al equipo que mejor defiende en la LEB y a un pabellón ansioso por proyectar su poder.

Otro de los aspectos que reclaman la atención de la cita del viernes la personifica Miguel Angel Cabral. El alero andaluz parece haber salido del túnel en el que quedó atrapado desde que el Inca visitó la cancha del Menorca Bàsquet (24 de noviembre). Se lesionó en el clásico balear, recayó y meses después está a punto para reaparecer. Cabral ha vivido un auténtico calvario y los servicios médicos del club han quedado en entredicho. El oscurantismo que ha envuelto el caso no ha hecho otra cosa que desatar todo tipo de especulaciones, aunque ante el Caprabo Lleida puede quedar atrás una de las páginas más esperpénticas del Bàsquet Inca. No obstante, Miguel Angel Cabral necesitará varias semana para recuperar ritmo y tono físico.

Miguel Alberto Montañana, ausente en Badajoz, también parece haber dejado atrás sus problemas físicos y estará de nuevo a disposición del entrenador.