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FERNANDO FERNÀNDEZ La cita no tenía el aliciente del clásico del fútbol nacional, pero era un buen aperitivo para vivir uno de esos banquetes que han hecho del campeonato español el más suculento del mundo. El desierto que eran las gradas una hora antes del pitido inicial presagiaba que todo un campeón de Liga no podría lograr la hazaña de llenar un estadio que ya sueña con la visita del Real Madrid de Florentino.

Un ingrediente más que condimentaba un choque con aires europeos era el mejor árbitro español del momento. José María García Aranda y los suyos sufrieron en sus carnes El síndrome de Vigo, reflejado en la pancarta alusiva a los favores de López Nieto. Desde la tribuna, el clamor popular expresado en una sábana que imploraba la renovación de Carreras.

El glamour de semanas atrás devolvió la normalidad al palco. Entre los habituales, como Joan Forteza o Antoni Borrás del Barrio, juntamente con las autoridades locales y autonómicas, encabezadas por el conseller Mesquida y los responsables de deportes de Cort y el Consell, Gaspar Oliver y Mateu Sedano, se puede considerar como habitual la entrada en la zona Vip, en la que una vez más Tomeu Llompart "y con todos los motivos del mundo" presumió de hija. En primera fila todos esperaban al presidente Lendoiro, pero ésa fue la ausencia más destacada. Junto a Mateu Alemany, que contó con el apoyo y la presencia de Antonio Asensio Mosbah. El hijo del propietario reiteró en petit comité que el estado de salud de su padre mejora de forma lenta y progresiva.

Iniciado el choque, el Deportivo desapareció del mapa y cimentó la debacle a manos de un Eto'o que dedicó el gol a medio Camerún. El colegiado alteró al respetable, entregado a las faenas magistrales de un Ibagaza que apuntilló a las reses de un Irureta que tiró de su arsenal para evitar lo inevitable. Era demasiado tarde, pero Roy Makaay, haciendo honor a su instinto asesino, estuvo a punto de indigestar el aperitivo del que dicen es el mejor partido del mundo. Por cierto, la evacuación de Son Moix, ejemplar.