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El filial ha sacado la calculadora, elemento imprescindible en todo cierre de campeonato. Las cuatro operaciones aritméticas de la máquina de Juan Ramón López deben derivar en un guarismo mágico: 65 puntos. Ésa es la cifra soñada, el dígito por el que pasa el ingreso del Mallorca B en la fase de ascenso. El domingo, ante el Espanyol (Lluís Sitjar, 12.00 horas), la primera suma.

Los baleares encaran las cinco citas que le restan desde una privilegiada situación. Las vistas son mejores desde el tercer piso y el filial no renuncia incluso a subir al ático. «No descarto nada, pero prefiero no mirar la clasificación», asegura su técnico, hombre siempre comedido y cauto a la hora de mirar hacia delante. Los errores de la Gramanet han abierto el abanico de aspirantes al título y por extensión a la liguilla: «Es un buen ejemplo, ha conseguido ganar a los mejores y luego ha tropezado con Premià y Conquense. Todos los rivales son muy complicados», explica Juan Ramón López.

El calendario habla catalán. Los rojillos viajan a Barcelona y Figueres; reciben a Espanyol B, Sabadell y Premià. Los cinco auditarán el potencial de un equipo que acumula siete jornadas sin perder y que confía en lograr tres triunfos para acceder al siguiente ciclo, el de los elegidos: «Como mínimo debemos ganar tres partidos. ¿Que cuál de los cinco partidos será clave?, no lo sé. Eso es muy difícil porque a veces el que piensas que será más sencillo es el más complicado».

Juan Ramón López ve a la plantilla «muy animada, confiada y con una enorme humildad. Tenemos una buena disposición para la pelea y nuestro principal objetivo ahora es jugar la liguilla. Que nadie dude que vamos a luchar por alcanzarla». Vio la quinta cartulina amarilla en Alicante y verá el choque desde la grada, pero confía en que «el equipo no se resienta. Lo tenemos todo muy estudiado y no creo que eso vaya a ser un problema».