Un minuto de silencio quebrado sólo por las teclas de un piano
despidieron a Asensio. El himno del Mallorca golpeaba sobre el
recuerdo del empresario catalán y la grada acontecía compulgida a
uno de los momentos más emotivos que se recuerdan en el feudo
mallorquinista. En la banda, Antonio Asensio Mosbah sujetaba la
bandera que le había regalado la plantilla como el último icono del
proyecto de su padre. Mientras, Chantal Mosbah y sus hijas Jessica,
Jennifer e Ingrid lloraban la ausencia del hombre que ha arrastrado
con su muerte una porción de la historia del Mallorca y que
aparecía en los videomarcadores como si no quisiera perderse la
última cita. Majestuoso.
Poco antes, del vestuario aparecían el grueso de jugadores del
Mallorca portando una insignia roja en memoria del que fuera su
patrón. Miquel Àngel Nadal, Albert Luque, Samuel Eto'o y Paco Soler
sostenían el alma de Asensio, la llevaban al círculo central y
posteriormente se la entregaban a su hijo, flanqueado siempre por
Mateo Alemany. «Asensio vivirá siempre», rezaba una de las
pancartas. Los cerca de 18.000 aficionados que se citaron en Son
Moix no quisieron quedarse al margen y aportaron sus recuerdos:
«Asensio, ahir, avui, sempre» o «Asensio, no t'oblidarem», eran
algunas citas para la nostalgia.
El homenaje a Asensio abrió la puerta al partido ante el
Zaragoza. Vicente Engonga (que sostenía una muleta) busca un hueco
en tribuna acompañado por Josemi, mientras el público saludaba a
Germán Burgos, en el arco 17 meses después. El argentino arrancó
los primeros aplausos; atrapó un balón blando en el área grande y
la grada le mostró su afecto. Sin tiempo para asimilar tantos
acontecimientos, Albert Luque dibujaba un escorzo perfecto que
abría las puertas del cielo: tributo a Asensio Pizarro y
dedicatoria a Asensio Mosbah. Inolvidable. El catalán miraba al
cielo buscando la memoria del propietario.
Todo resultó tan plácido que el público que se acercó al estadio
se tomó un respiro. Poco bullicio, alguna que otra protesta al
árbitro asistente y aplausos contados ante las arrancadas de Eto'o.
La segunda diana de Luque volvió a alterar el pulso de la grada y
recordó que el partido seguía transitando hacia la comodidad.
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