El reciente fichaje turco procedente del Galatasaray, Fatith Akyel,
se está convirtiendo en todo un personaje en los primeros días de
la pretemporada de Kössen. El futbolista ha entrado muy bien en el
vestuario mallorquinista. Es trabajador, le pone mucha voluntad y,
sobre todo, siempre tiene la sonrisa en la boca. Cuando no está
trabajando o entrenando, no para de sonreír. Apenas sabe entrelazar
dos palabras en castellano: «Buenas noches», «Qué tal» y poco más
pero su carácter afable y abierto hace que se esté ganando la
simpatía de todos los que están concentrados en el hotel de
concentración del conjunto balear.
El futbolista no ha venido solo a Austria, se ha traído a un
«asistente», un amigo íntimo que vive a caballo entre Palma y
Estambul y que se llama Urkam. Este «asistente» no se despega del
jugador durante todo el día. El futbolista al menos tiene con quién
hablar y cambiar impresiones y Urkam es como si fuera un jugador
más. Duerme en el hotel de concentración, come, le acompaña a todos
los entrenamientos y le hace compañía en el tiempo libre. Pero
Fatith no se aísla de su entorno. Está en todo momento en contacto
con sus compañeros, gasta bromas, intenta aprender español y
trabaja como el que más. El jugador turco apenas ha salido de su
país más que para jugar al fútbol cuando estaba en el
Galatasaray.
Dentro del campo es agresivo, luchador y no duda en encararse
con un contrario o con el árbitro en un momento determinado. Es un
futbolista temperamental y con mucho carácter. Fuera de los
terrenos de juego cambia radicalmente. Es amable, se esfuerza para
entender cuando le hablan y también es amigo de las bromas ya que
al recuperador Paco Baos le ha bautizado con el sobrenombre de «El
Turco». Al parecer Fatith cree que tiene rasgos faciales similares
al de los turcos. Nada más llegar a Kössen llegó acompañado de dos
periodistas turcos que lo seguían noche y día.
No dudó tampoco en posar para Ultima Hora con
una bandera del Mallorca y dentro de la caseta es uno más. Quien
más quien menos le pregunta si come carne de cerdo, si hace el
ramadán y otras cuestiones similares pero Fatith no hace nada de
eso. Sólo piensa en jugar al fútbol y en meterse de lleno en la
disciplina del club mallorquín. De momento lo está consiguiendo y
es la sonrisa mágica de un Mallorca que apunta a la Liga de
Campeones.
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