Miquel Alzamora
Qué grande es el fútbol cuando se juega como jugó ayer el Mallorca. Fue un deleite total de principio a fin. Para empezar, lo peor de la primera parte fue que terminó en el minuto 46. La primera mitad fue galáctica, extraordinaria, de esas que echa en falta Jorge Valdano y de las que se ven una cada quince jornadas. Se veía fútbol cien por cien. El juego era rápido pero no había precipitación. En cuatro toques la pelota ya estaba en las áreas y de ahí los tres goles que se marcaron aunque pudieron haber sido muchos más.
Ambos equipos aprobaron con nota pero fue el Real Mallorca quien más jugó, quien más lo intentó, quien más puso de su parte en el éxtasis futbolístico. Más que nunca Albert Luque y Samuel Eto'o formaron una pareja letal y muy pronto pusieron en funcionamiento su conexión goleadora. El camerunés, unas veces mágico y otras inocente, echó mano de su inteligencia e interceptó una pelota que buscaba acomodo en los guantes de Molina para servir un pase de la muerte certero a Albert que sólo tuvo que empujar con acierto. Uno a cero y más madera.
El Deportivo bailaba al son que le marcaba el Mallorca y sin tiempo para digerir el primer tanto, otra vez Luque envió un pelotazo a cien kilómetros por hora desde la cocina de su casa e hizo imposible la estirada de Molina. Dos a cero y más fútbol. Había ritmo, ganas, motivación y poco conformismo. Pero Kresic sigue teniendo trabajo pendiente. Una asistencia desde fuera del área es rematada por Pandiani que saltó muy por encima de los centrales para acortar diferencias. Pero nadie se vino abajo y el equipo balear continuó atacando, metiendo garra, inventando sin parar. Luque y Eto'o tuvieron más opciones, pero se encontraron con José Molina, que después de los dos goles empezó a centrarse más y mejor. Pero el cronómetro no se detuvo y el malo de Losantos Omar enseñó el camino del túnel de vestuarios.
En la reanudación el guión no cambió, no varió prácticamente en nada y el Mallorca mantuvo un nivel de juego enorme. Sin tiempo para que los de Irureta intentaran rectificar algo, Veljko Paunovic aprovechó una cabalgada por la derecha de Campano, que terminó centrando al interior del área y el serbio metió un zapatazo inapelable y convirtió el tercero. Jabo no sabía bien qué hacer. Sacó a Valerón y Tristán pero el Mallorca que tenía enfrente era el mejor Mallorca. Alejandro Campano quiso poner la guinda a su recital particular marcando el cuarto gol. Se corrió medio campo aprovechando una asistencia de Eto'o, llegó a las inmediaciones del área, bailó a un defensa y la clavó a Molina. Se salió de la zona de descenso y se hizo además a lo grande.
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