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«Lo que nos espera de aquí a final de temporada no será apto para cardiacos». José Luis Oliete parece tener claro que el trayecto que se abre el domingo en la cancha del Manresa y finalizará el 19 de abril en Huelva está lleno de piedras. De un tiempo a esta parte, el Drac Inca ha acumulado demasiadas dudas. De hecho, desde que pasó por Ourense, su baloncesto ha dejado de ser fiable. Blando en el Palau y blando en las afueras, las preguntas se amontonan sobre una plantilla que pasa de la ilusión al desencanto con excesiva rapidez. Si Los Barrios era vista como una estación idónea para vaciar plomo de la mochila, el partido acabó enterrando demasiadas cosas, entre ellas la credibilidad de algunos jugadores, los mismos que llevan demasiado tiempo sin dar buenas noticias.

La aritmética sigue dejando claro que el Drac Inca está cerca de todo. Sus opciones de disputar las series de ascenso siguen intactas, al igual que la posibilidad de caer en uno de los cuatro últimos puestos y verse abocado a un cara o cruz por mantener la categoría. No obstante y al margen de lo que ofrecen los números, la realidad es que el equipo no tiene buena pinta y que el calendario está cargado de exigencias: seis partidos en el Palau y siete fuera. «Todos somos conscientes de lo que se avecina, somos realistas, pero también somos conscientes de que tenemos capacidad para ganar a cualquiera y jugar un buen baloncesto. Lo hemos demostrado y ahora se trata de seguir trabajando y recuperar el nivel», significa Oliete.

El entrenador no dudó en reconocer que en Los Barrios «no estuvimos bien y el rival nos superó con claridad. Nos bloqueamos y el rival lo aprovechó. Eso puede ser debido a la ansiedad por ganar y tirar hacia arriba. Ahora debemos centrarnos en el partido ante el Manresa. La clasificación dice que es el mejor equipo de la Liga y nuestra misión es intentar sorprenderles».

Intoxicación en Los Barrios
Algo más de la mitad de los jugadores que viajaron el jueves a Los Barrios regresaron a Mallorca aquejados de problemas gástricos, que también han afectado a Xavi Sastre, segundo entrenador. Se sospecha que la cena que se sirvió al término del partido en el hotel de concentración ha provocado esta intoxicación en el plantel. El establecimiento elegido por el club, ubicado en un barrio especialmente conflictivo de La Línea, no se ajustaba en absoluto a las necesidades de un equipo profesional.