La cita de San Mamés dejó algo más que tres puntos en la cuenta del
Mallorca. Con la victoria, se recupera también el malherido
optimismo del grupo y las sensaciones transmitidas por algunos
futbolistas sobre el campo permiten al aficionado rojillo mirar al
futuro con algo más de tranquilidad que en las últimas semanas. El
colectivo respondió en general y un análisis del encuentro denota
la capacidad de ciertos futbolistas para dirigir el destino de la
entidad desde el césped. Ese apartado individual está protagonizado
en la última jornada por Julián Robles, que desde el centro del
campo confeccionado por Manzano, movió los hilos del once y
contribuyó de manera activa al éxito firmado ayer en tierras
vizcaínas.
La aparición del canterano ha cobrado una especial importancia
en los últimos meses de vida del Mallorca. Tras la baja más que
significativa del líder de las últimas campañas, Vicente Engonga,
el club ha trabajado para cubrir esa demarcación y parece que
Robles es el elemento más fiable.
El de Son Gotleu cuenta con la aprobación y confianza del
técnico andaluz y eso beneficia su despegue en una plaza que conoce
a la perfección. En el encuentro de Bilbao, el balear formó una
gran sociedad junto a Harold Lozano y actuó como el cerebro de una
escuadra que por fin halló el rumbo ansiado. Además de su
participación y organización en el centro del campo, Julián Robles
fue el encargado de que el Mallorca se convenciera de sus
posibilidades y adelantó al equipo en un momento decisivo y tras
culminar una acción de Àlvaro Novo.
El futbolista palmesano, internacional sub-21, demostró en la
Catedral que además de ser muy útil a largo plazo, su participación
también puede ser vital en el presente mallorquinista.
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