En un ejercicio de practicidad sobresaliente, el Mallorca ha
demostrado que vuelve a tener pulso. A medias entre un partido
azuzado por las urgencias y condicionado por los números, el equipo
de Manzano le asestó un puntapié a las dudas con un acentuado
sentido del contragolpe, un recurso olvidado hasta ahora y que ha
rescatado a un conjunto mediatizado por sus carencias a la hora de
crear. Bastó que emergiera la figura de Robles en el círculo
central y que Riera y Novo alimentaran el juego de ataque con sus
arrancadas por las bandas, para que los baleares empiecen a mirar
hacia arriba sin miedo. Claro que lo hizo ante el peor Athletic de
la última década, pero el mérito residió en saber jugar con los
nervios rojiblancos (0-2).
Que el Mallorca y el Athletic están metidos en apuros lo
evidencian los números. Pero al margen de cualquier estadística más
o menos fiable, el principal déficit que ambos presentan es el
contenido de su juego. Sólo así se explica que en la primera media
hora el equipo balear apenas diera señales de vida con un disparo
blando de Ibagaza, o que no hubiera noticias del grupo de Heynckes
en ataque. El primer ciclo del encuentro fue tan esperpéntico como
la jugada del primer gol, en la que Novo rescató un balón sin dueño
y lo sirvió para que Robles convirtiera al Mallorca en un conjunto
con mejor pinta. Fue una metamorfosis extraordinaria, porque los de
Manzano pasaron de ser un equipo manejable y poco creíble a uno
cargado de argumentos. Desde ese momento, los insulares se
arremangaron en el centro del campo, donde Lozano cerraba cualquier
intento de circulación rojiblanca y Robles oxigenaba a base de
balones para Novo y Riera.
El Athletic sintió el miedo y dio un paso atrás. Fue entonces
cuando apareció Pandiani, que hasta el cierre del primer acto
dispuso de una batería de opciones para disparar a los baleares;
primero empalmó de volea una entrega desde la derecha de Novo que
acabó en la red, pero el asistente anuló el gol por un presunto
fuera de juego. Poco después, el uruguayo volvió a mirar a los ojos
a Lafuente con un disparo sesgado al borde del área (minuto 44).
Entre tanto, una arrancada de Riera por la izquierda y un
lanzamiento lejano de Àlvaro Novo. El Mallorca le echaba la
persiana al primer tiempo con la sensación de que se había quedado
a medias.
La segunda mitad amaneció con otra pinta. El Athletic abandonó
el tránsito lento del balón y optó por un fútbol algo más directo.
El equipo de Manzano se sintió cómodo defendiendo al borde del
área, porque Novo, Riera e Ibagaza se clavaban como cuchillos en el
contragolpe. Los espacios, enormes en una defensa poco contundente,
generaron otro disparo de Pandiani (minuto 57), que se movía con
solvencia entre los dos centrales rojiblancos.
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