El alemán, que lucía un brazalete negro, subió con gesto
compungido al podio en el que en esta ocasión no hubo al final de
la ceremonia de entrega de premios la tradicional ducha de
champán.
Schumacher también honró de paso a su escudería, ganando por
quinta vez en el circuito que lleva el apellido de la familia
fundadora; y a su bólido, el F2002, que fue usado por última vez,
ya que está previsto que sea jubilado y que en el próximo Gran
Premio, en Barcelona, Ferrari estrene por fin su nuevo coche el
F2003 GA.
Schumacher cubrió las 62 vueltas a la pista, de 4.933 metros,
para completar un recorrido total de 305,609 kilómetros, en un
tiempo ganador de una hora, 28 minutos, doce segundos y 58
milésimas, con 18 décimas menos que el tiempo del finlandés Kimi
Raikkonen (McLaren-Mercedes), que fue segundo y tras subir por
cuarta vez en otras tantas ocasiones al podio, reforzó su liderato
en el Mundial 2003, que lidera con 32 puntos, trece más que su
compañero de equipo el británico David Coulthard, quinto ayer.
Nada más darse la salida, Ralf -que pudo brindar su cuarto
puesto a la memoria de su progenitora- adelantó a Michael, con
quien mantuvo una dura pugna en las primeras vueltas, en las que
ambos hermanos hicieron alarde de una sensacional entereza y
profesionalidad.
Fernando Alonso volvió a completar una notable actuación, en la
que empleó una estrategia de dos paradas en boxes y se clasificó
sexto, un puesto mejor de lo que, en relación con el potencial del
motor de su bólido, se puede esperar.
Octavo en la clasificación del sábado, el genial piloto
asturiano avanzó dos puestos en la recta de salida, en la que
rebasó al canadiense Jacques Villeneuve (BAR Honda) y al
australiano Mark Webber (Jaguar), a pesar de haber acelerado por la
parte mala de la pista, la derecha.
En las primeras vueltas todo parecía indicar que la carrera iba
a ser cosa de los Ferrari y BMW-Williams, ya que hasta la
decimosexta vuelta, los pilotos de estas escuderías ocuparon los
primeros cuatro puestos, con el colombiano Juan Pablo Montoya -que
concluyó séptimo, por detrás de Alonso- rodando en la cuarta
posición provisional.
Alonso entró en boxes en la vuelta 14, al igual que hiciera en
el primer Gran Premio de la temporada, en Australia, donde estuvo
parado exactamente 9.4 segundos y descendió debido a ello al décimo
puesto provisional. Cuatro vueltas más adelante, ya era octavo y en
el giro 19, séptimo.
Aprovechando la tercera parada de Montoya, el piloto de Oviedo
se colocó en un sexto puesto que supo 'amarrar' hasta el final.
Las primeras entradas en boxes provocan cambios en la cabeza de
carrera: Ralf cedió el testigo a Michael y éste a Raikkonen, pero
al ordenarse de nuevo la carrera, el mayor de los Schumacher
lideraba con seis segundos sobre su hermano. En el ecuador de la
prueba, en la vuelta 31, Michael -que poco después comenzaría a
doblar corredores- lideraba con 10.3 segundos sobre Ralf y con seis
décimas más sobre su compañero el brasileño Rubens Barrichello, que
acabaría la prueba en esa posición.
En la vuelta 39, Alonso hizo su segunda parada, en la que
invirtió 9.8 segundos y cedió provisionalmente la sexta posición a
Montoya, de quien la volvió a recuperar cuando el bogotano hizo su
tercer stop en el garaje.
El asturiano tuvo que ceder, no obstante, el tercer puesto del
Mundial a un Schumacher que empieza a pensar ya en un histórico
sexto título sin precedentes. Raikkonen lidera con 32 puntos, trece
más que Coulthard y McLaren es el líder de constructores. Alonso,
con 17, se encuentra a un solo punto de Michael Schumacher y a sólo
dos semanas del Gran Premio de España, en Barcelona: Montmeló será
un hervidero.
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