Llompart, en un momento de la sesión preparatoria de ayer en la ciudad deportiva Antonio Asensio. Foto: TOMAS MONSERRAT

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Es una persona que siente los colores del club. Un hombre de la casa que vuelve a asumir por tercera vez el papel de bombero. Tomeu Llompart (Inca, 1944) vuelve a demostrar su fidelidad y acepta sin rechistar la responsabilidad de dirigir al Real Mallorca tras la destitución de Jaime Pacheco y hasta la llegada del nuevo entrenador. El técnico inquense, conocido ya como el hombre milagro, regresa al punto de partida diecisiete meses después de evitar el descenso y seis años y medio después de conducir al Mallorca a Primera División.

En principio, su paso por el primer equipo será efímero. Apenas un partido, el de mañana ante Osasuna, aunque «nadie me ha dicho nada». Llompart se considera «un trabajador del club que está para ayudar. El Mallorca no tiene entrenador y me llamaron para que me hiciera cargo del equipo. No me preocupa si tengo que estar sólo un partido. Estoy convencido que vendrá un entrenador».

Llompart toma las riendas «con la mayor ilusión del mundo. Los jugadores son los artistas y yo lo único que puedo hacer es orientarles. Pero por muy bueno, mal o regular entrenador que sea, lo que prima siempre es la profesionalidad del grupo. Ya ocurrió cuando ascendimos en Vallecas y hace dos temporadas en una situación bastante delicada».

El técnico inquense acepta su condición de interino «porque mi trabajo es ayudar al Mallorca, siempre lo he hecho desde 1996 y voy al lugar donde me designan». Al respecto del estado anímico de la plantilla tras el cese del entrenador en la quinta jornada de Liga, considera que «muchos lo tienen asumido. Como jugador llegué a tener hasta cuatro entrenadores en una temporada. El profesional debe quedar al margen, dedicarse a entrenar y pensar sólo en el encuentro siguiente».