Es una persona que siente los colores del club. Un hombre de la
casa que vuelve a asumir por tercera vez el papel de bombero. Tomeu
Llompart (Inca, 1944) vuelve a demostrar su fidelidad y acepta sin
rechistar la responsabilidad de dirigir al Real Mallorca tras la
destitución de Jaime Pacheco y hasta la llegada del nuevo
entrenador. El técnico inquense, conocido ya como el hombre
milagro, regresa al punto de partida diecisiete meses después de
evitar el descenso y seis años y medio después de conducir al
Mallorca a Primera División.
En principio, su paso por el primer equipo será efímero. Apenas
un partido, el de mañana ante Osasuna, aunque «nadie me ha dicho
nada». Llompart se considera «un trabajador del club que está para
ayudar. El Mallorca no tiene entrenador y me llamaron para que me
hiciera cargo del equipo. No me preocupa si tengo que estar sólo un
partido. Estoy convencido que vendrá un entrenador».
Llompart toma las riendas «con la mayor ilusión del mundo. Los
jugadores son los artistas y yo lo único que puedo hacer es
orientarles. Pero por muy bueno, mal o regular entrenador que sea,
lo que prima siempre es la profesionalidad del grupo. Ya ocurrió
cuando ascendimos en Vallecas y hace dos temporadas en una
situación bastante delicada».
El técnico inquense acepta su condición de interino «porque mi
trabajo es ayudar al Mallorca, siempre lo he hecho desde 1996 y voy
al lugar donde me designan». Al respecto del estado anímico de la
plantilla tras el cese del entrenador en la quinta jornada de Liga,
considera que «muchos lo tienen asumido. Como jugador llegué a
tener hasta cuatro entrenadores en una temporada. El profesional
debe quedar al margen, dedicarse a entrenar y pensar sólo en el
encuentro siguiente».
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