TW
0

José Antonio Pascual|EREVÀN
La selección española se encuentra ya en Ereván, ciudad cuyo horizonte preside el místico y divino monte Ararat, en cuya cercanía tratará de hacer realidad su «milagro» particular, que debe fraguarse entre un resultado positivo de Irlanda del Norte, en Atenas, y un triunfo frente a Armenia. El coloso ubicado en la confluencia de Turquía (a la que pertenece), Irán y Armenia, cercano a la capital de este país, es el lugar en el que, según la Biblia, encalló y acabó su «travesía» el Arca de Noé tras el diluvio universal.

Con una altura de 5.156 metros, este imponente monte aporta una mística especial a la zona y es trascendental para los armenios, un pueblo milenario, de intensa, agitada y a veces maltratada historia, cuyo corazón se reunirá el sábado en el estadio de la República para ver a las figuras españolas. Si el Arca y Noé simbolizaron la pervivencia del ser humano y de las distintas especies, España intentará que esa mística le acompañe también para encontrar el «milagro» del pase directo a la fase final de Portugal 2004. Iñaki Sáez, seleccionador nacional, es un ferviente católico. Sabe que es difícil, pero también que los milagros futbolísticos existen. Es una cuestión de esperanza, casi hasta de fe, porque pocos piensan que Irlanda del Norte, que no ha marcado ni un gol en esta fase clasificatoria, pueda impedir la derrota en el Apostolos Nikolaidis ante un conjunto griego lanzado en pos de su regreso a una gran competición, algo que tiene en la mano.

Por lo tanto, la lógica indica que España se verá abocada a disputar la repesca, como reconoció el mismo Sáez, algo inimaginable antes del fatídico mes de junio, en el que llegó la derrota ante Grecia en Zaragoza y el empate en Belfast contra Irlanda del Norte. Ese milagro que ansía la selección española tiene como primera parte la victoria en Armenia, un país que ha superado los diecisiete siglos desde su conversión al cristianismo, difundido a partir del año 300 por obra de San Gregorio el Iluminador, el santo que convirtió al rey Tiridate III y a toda su corte. La Iglesia Apostólica Armenia (IAA), monofisista (Cristo sólo tiene una naturaleza, la divina y es un hombre sólo en apariencia), fundada en el primer siglo de nuestra era por los apóstoles Tadeo y Bartolomé, vivió en disputa con Roma desde el año 491 hasta 1996, cuando el 'Catholicos' (máxima autoridad religiosa) Karekin I y el Papa Juan Carlos II firmaron una «declaración conjunta cristológica».