DRAC INCA (15+20+16+15):Sergio Rodríguez (16), Nkechi Ezugwu (13), Toni Carrasco (0), Matías Ibarra (5), Jesse Young (9), -cinco inicial- Alberto Alzamora (7) y Antonio Bustamante (16).
19 de 43 en tiros de dos puntos, 7 de 16 en triples y 7 de 15 en tiros libres. 36 rebotes (23 defensivos y 13 ofensivos) y 22 faltas personales.
CÀCERES (27+10+19+20):Javi Pérez (6), Derrell Washington (19), Mike Scott-Higgins (4), Damon Johnson (11), Juan Pedro Cazorla (5), -cinco inicial- J. Pérez Inesta (0), Juanmi Morales (14), Óscar Rodríguez (10) y Pedro Rivero (7).
21 de 36 en tiros de dos puntos, 8 de 28 en triples y 10 de 20 en tiros libres. 33 rebotes (19 defensivos y 14 ofensivos) y 20 faltas personales.
Àrbitros:Tortella y Feixa (Cataluña). Eliminaron por cinco faltas personales a Alberto Alzamora y señalaron falta técnica al entrenador del Drac Inca, Xavi Sastre.
Incidencias:Antes de iniciarse el encuentro se guardó un minuto de silencio en memoria de Eduard Prim, padre de un jugador de los equipos base del Bàsquet Inca.
Fernando Fernández
La lógica tumbó a un Drac Inca que pagó en exceso las bajas por lesión de Stevie Johnson y Javier Bulfoni, que veían impotentes desde el banquillo como el Cáceres, sin hacer grandes excesos y exprimiendo al máximo sus recursos ofensivos, obtenía una victoria que posee un valor extremo y devuelve a los de es Raiguer a la dura realidad del vagón de cola, o al menos, frenan en seco las aspiraciones a corto plazo del plantel balear. Washington permitió que los de Ñete Bohigas se creyeran que podían lograr algo en el Palau. Un contundente parcial de 4-10 encendía demasiado pronto las alarmas y evidenciaba la falta de ideas en ataque del Drac Inca, que en defensa volvía a mostrarse cándido y ofreciendo grandes facilidades en el rebote, lo que dio la dosis necesaria de confianza a los extremeños que, casi sin quererlo, se iban de trece (10-23) y desencantaban a un Palau en familia.
La entrada en pista de Antonio Bustamante fue el revulsivo que precisaba el Drac Inca. El base sevillano hizo reventar el parqué y su alianza con un inspirado Sergio Rodríguez hizo que la herida sangrara menos y fuera más fácil de llevar la desventaja. Con un espectacular parcial de 10-2, Drac Inca volvía a meterse en el choque y a la vez intimidaba a un Cáceres al que el esfuerzo físico y las escasas rotaciones le pasaban factura con el paso de los minutos. Dos triples consecutivos de Rodríguez y Alberto Alzamora acercaban un poco más a los baleares (33-35). El Cáceres estaba roto y hacía aguas, aunque su capacidad de reacción era el arma que tenían en la recámara. El sueño adquiría forma camino del descanso, aunque trece balones perdidos en veinte minutos de juego efectivo no invitaban al optimismo y evidenciaban una de las carencias más alarmantes del cuadro de Sastre, que se marchaba al vestuario en el tiempo de descanso con sus opciones intactas (35-37), pero generando dudas en la dirección del juego y en aspectos como la defensa y el rebote.
Las cosas cambiaron en una medida importante con el arranque del tercer cuarto. En ese momento, la cuarta falta personal de Mike Scott-Higgins descolocó por completo a los cacereños, que pese a ello tuvieron en Derrell Washington a un tirador efectivo desde todas las distancias. La emoción crecía a medida que el Drac Inca iba arañando puntos en el luminoso. Jesse Young volvió a alimentar las ilusiones, pero una técnica al banquillo puso freno temporalmente a la remontada. Los errores propios volvían a condenar a los mallorquines y, sin apenas esfuerzo, Cáceres volvía a despegar levemente (46-54). Nuevamente, el inicio de un nuevo ciclo supuso el despertar del Drac Inca, que en los primeros compases del último cuarto consiguió lo que parecía impensable minutos atrás.
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