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Miguel Luengo|MADRID
Enorme en su concentración final y con el público espoleándole, Juan Carlos Ferrero se consagró todavía más al derrotar al actual campeón de Wimbledon, el suizo Roger Federer, y alcanzar la final del Másters Series de Madrid. Ferrero necesitó cuatro bolas de partido para doblegar a un jugador tan exquisito como Federer, por 6-4, 4-6 y 6-4 en una hora y 51 minutos, una victoria que le reafirma como número uno del mundo, puesto en el que permanecerá seguro hasta la semana del último Másters Series de la temporada, en París, donde solo defiende segunda ronda (ocho semanas), con lo que dependerá de sus propios resultados para mantener esa condición hasta final de año, algo que está a su alcance.

Pero además este lunes alcanzará el liderazgo en las dos clasificaciones, la Carrera de Campeones y la Lista de Entradas, independientemente de lo que haga mañana domingo, a partir de las 17:00 horas y al mejor de cinco sets, en la final contra el chileno Nicolas Massú.

El de Viña del Mar, 31 del mundo completó su mayor ilusión al dejar fuera de combate al marroquí Younnes El Aynaoui, que actuó disminuido por una lesión en el pie derecho, por 7-5 y 6-4. El valenciano y el de Viña del Mar se han enfrentado en cuatro ocasiones, con 3-1 para Ferrero que ha ganado las dos últimas.

Para Ferrero el partido contra Federer era clave. No sólo por asegurarse más aún su puesto y mirar el futuro con mayor tranquilidad sino para demostrar y demostrarse que incluso en pista rápida puede dar la talla frente a un talento natural como el del suizo, ganador este año de seis torneos y «caliente» tras vencer el domingo en Viena, y encadenar nueve victorias consecutivas.

El primer set de Ferrero fue impecable con sólo dos errores no forzados, un prodigio de efectividad que Federer acusó al ceder su servicio en el quinto juego. Esa ruptura fue bastante para que el de Onteniente ganara la manga en solo 21 minutos.

Pero en la segunda un despiste en el esquema de Ferrero trajo la desazón a los 10.500 aficionados del Rockódromo. El valenciano superó una bola de ruptura en el octavo pero no así en el décimo, cuando comenzó con una doble falta y se descentró en exceso.