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Juan A. Lladós|PHILLIP ISLAND
Una vez más, la segunda en lo que va de temporada, a Valentino Rossi se le «escapó» una bandera amarilla, la que mostraban los controles tras el accidente del australiano Troy Bayliss, que acabó siendo retirado en camilla, pero en esta ocasión tampoco la vio y la penalización de diez segundos se hizo incuestionable.

Rossi (Honda RC 211 V) no se dio cuenta de la sanción hasta la duodécima vuelta, cuando ya iba líder y destacado, pero la sanción de diez segundos le impedía ser el ganador de la prueba con mayor diferencia que esa, por ello, decidió imprimir un ritmo frenético a su carrera y lo que parecía imposible acabó sucediendo.

Incluso con diez segundos de penalización, Valentino Rossi fue capaz de doblegar a todos sus rivales por más de cinco segundos y eso que su compatriota Loris Capirossi (Ducati Desmosedici) se marchó tras él en un intento vano de mantener el ritmo de su rival, pero ni pudo lo primero ni tampoco aguantar por debajo de la franja de los diez segundos.

La del italiano Valentino Rossi en Australia resultó ser una victoria antológica, la octava de la temporada, cuando ya tiene en el bolsillo desde Malasia su quinto título mundial y, para celebrarlo, un gesto humano y de postrero recuerdo a un ídolo británico que tuvo el continente oceánico, el fallecido Barry Sheene, doble campeón del mundo en la época de los setenta, al pasear en la vuelta de honor una bandera con su clásico dorsal, el número «7».

Si la victoria de Rossi resultó antológica e incontestable no lo fue menos la de su compatriota Roberto Rolfo (Honda) en los 250 c.c., que dominó de principio a fin a pesar de los intentos del australiano Anthony West (Aprilia) por acercarse, pero cada vez que se lo propuso el transalpino aceleró el ritmo y mantuvo las diferencias sin excesivos problemas.

Sólo la prueba de MotoGP se disputó ya sin lluvia, pues tanto en el octavo como en el cuarto de litro el agua se erigió en protagonista destacado y, por ende, en juez y parte en lo que a la actuación de algunos pilotos se refirió.

Viene al caso de la lucha que varios pilotos estaban manteniendo por el título mundial del cuarto de litro y que tras los acontecimientos de Phillip Island se refiere a descartado a uno de ellos, el español Toni Elías (Movistar Aprilia) quien no consiguió poner bien a punto su moto para el agua y acabó muy retrasado.

La undécima plaza de Toni Elías le dejó sin opciones matemáticas de luchar por el título mundial de 2003, en tanto que la victoria de Roberto Rolfo le puso a sólo siete puntos del liderato del mundial, que todavía mantiene el sanmarinense Manuel Poggiali (Aprilia) a falta de una sola carrera.

Un completo desconocido fue el vencedor de la prueba de 125, el italiano Andrea Ballerini (Honda), que supo aprovechar su oportunidad bajo la lluvia y ganó su primer y único gran premio. Por detrás acabó su compañero de equipo el japonés Masao Azuma y el alemán Steve Jeckner (Aprilia), que ocuparon el podio en una prueba que comenzaron más de 30 pilotos y acabaron 17 por las numerosas caídas.

Tanto Jorge Lorenzo (Cajamadrid Derbi) como Héctor Barberá (Aprilia) tenían muchas ganas de estar delante y luchar por la victoria en Australia, pero la lluvia fue un inconveniente demasiado grande que dejó las opciones de triunfo completamente abiertas y como suele suceder en estos casos se produjo la sorpresa. Finalmente Barberá terminó sexto y Lorenzo en la octava posición.

El mallorquín explicó que «en ningún momento me he encontrado a gusto y acabar ya es todo un mérito. Me he marcado un recto, he perdido siete segundos y se ha escapado el grupo que marchaba por delante», confesó Lorenzo, que en las últimas carreras se había revelado como uno de los posibles sucesores de Dani Pedrosa.