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El baloncesto balear hierve con la llegada de la cita más señalada en su cada vez más gruesa agenda. El clásico LEB que mide a Drac Inca y Coinga Menorca supone la culminación de la rivalidad entre los dos colosos del deporte de la canasta del archipiélago. El próximo viernes (21 horas), Maó será testigo directo de una confrontación que provoca las iras de Inca y la capital menorquina, que vive con auténtica pasión y devoción un partido que calienta motores días atrás y que siempre suele tener una trascendencia inmediata en el devenir de ambos conjuntos. De momento, la balanza se decanta de forma clara a favor del Coinga Menorca, que en la pasada temporada acabó por sentenciar esta singular confrontación directa con dos victorias que hicieron daño en el seño de un Drac Inca que atravesó por momentos delicados.

La historia, los orígenes de esta rivalidad convertida ya en un acontecimiento social de primer nivel cabe hallarlos en la ya lejana temporada 95/96. Por entonces, La Salle Maó y Gráficas García -anterior denominación de los actuales Coinga y Drac- protagonizaban un hecho histórico y el equilibrio era total. En la capital de es Raiguer, el Menorca se hacía fuerte (65-69), y el guión daba un vuelco radical en Maó (92-97). Dos temporadas después, y con la Liga LEB como telón de fondo, la vida de los eternos rivales había experimentado una notable variación dentro y fuera del parqué. El primer cruce se dirimía en el Palau d'Esports con triunfo del Menorca de Oliete (79-87), una circunstancia que se repitió en la vuelta (86-80).

El curso 98/99 deparaba nuevas emociones, y ya por entonces, el Menorca empezaba a ser uno de los «grandes» de la categoría de plata. Los triunfos se repartieron y siempre se quedaron en casa. Maó resultó infranqueable (100-62) e Inca supo mantener el tipo (69-59). Con Paco Olmos y Pedro Martínez al mano de las pizarras, la temporada 99/00 sonrió a los menorquines, que con el mismo marcador (73-67) sumaron a su casillero dos victorias, pese a que el Inca tuvo la oportunidad de saciar su sed de venganza en la Copa Príncipe de Asturias. Granada propició un cruce balear que cayó de manera contundente del lado de los hombres del técnico del Pamesa. Hasta que el Drac Inca le perdió totalmente el respeto a su contrincante regional y se permitió la frivolidad de humillarle en su feudo (91-95) en el primer asalto en la temporada 2000/01. El Inca de Abós le volvía a endosar unos guaritmos dolorosos en la vuelta (77-69) y daba un poco más de emoción a los cruces, después de repetirse merced a un error de anotación el partido disputado en Mallorca. El destino quería darle una nueva oportunidad al Drac Inca de Oliete en el regreso del maño a la que fue su casa durante muchos años. La temporada 2001/02 supuso un nuevo revés menorquín en casa. El acierto desde la línea de tiros libres de Green mantuvo la racha (86-87). El segundo asalto devolvió la hegemonía a Menorca (78-83) y frenó la racha inquense más positiva en el largo periplo de los clásicos.