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El Mallorca quiere detener hoy su peligrosa caída. El equipo isleño despide la primera vuelta del torneo ante el Celta en una cita que se antoja definitiva para marcar el futuro. El grupo dirigido por Luis Aragonés acumula cuatro derrotas consecutivas, tres en la Liga y una en la Copa, no gana desde el pasado 7 de diciembre y su portería se ha convertido en un coladero: diez goles en cuatro partidos. Esa inercia de derrotas ha sembrado un ambiente pesimista en el entorno apenas dos meses después de instalarse en Europa. Otro tropiezo comenzaría a levantar sospechas sobre un Mallorca que no levanta el vuelo desde que encadenó cinco victorias consecutivas y al que el colista Espanyol humilló el pasado domingo.

La cita debe servir para marcar el territorio. La victoria apartaría al Mallorca del peligro de forma casi definitiva, con un colchón de nueve puntos por encima del descenso, cuya última plaza dicta ahora precisamente el Celta de Vigo con 17 puntos. La derrota, en cambio, le dejaría a un partido deinfierno, una línea demasiado fina por la inseguridad que muestra el bloque balear en las últimas semanas. La víspera arrojó sensaciones agridulces. Por una parte, el club recibió etransfer de Finidi George y el nigeriano volverá a vestirse de corto tras varios meses en el paro, aunque iniciará el encuentro sentado en el banquillo. En el polo opuesto, el Comité Español de Disciplina Deportiva denegó la solicitud de suspensión cautelar de la sanción impuesta a Samuel Etoo y el camerunés presenciará el duelo desde la grada por primera vez en lo que llevamos de temporada. El holandés Arnold Bruggink, que no marca un gol desde el pasado 29 de octubre, en Riazor, y Jesús Perera, que sólo ha sido titular en un partido de Liga -ante Osasuna con Llompart en el banquillo- se disputan la plaza para acompañar a Petete Correa en ataque.