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El Mallorca cruza el ecuador de la Liga con las ruedas deshinchadas, el depósito de gasolina seco y el motor gripado. El grupo balear echó anteayer el cierre a la segunda peor primera vuelta desde que retornó a Primera División hace siete temporadas. Sólo en la campaña 2001-02 sumó menos puntos (20) que los 23 que totaliza actualmente. Esos dígitos suponen cuatro puntos menos que la pasada campaña y ¡8 menos! que en la anterior etapa de Luis Aragonés en el banquillo.

La irregularidad ha marcado la travesía liguera de un Mallorca que se ha movido a base de impulsos. La depresión de los albores del torneo desembocó en la euforia de noviembre. El epílogo de la primera parte de la Liga -cuatro derrotas seguidas- ha estropeado una trayectoria que alcanzó su cénit en la primera semana de diciembre, cuando el Mallorca encadenó su quinta victoria consecutiva y se situó en la planta noble de la Liga.

La presencia de Pacheco en el banquillo balear fue más efímera de lo esperado. La nueva dirección del club optó por destituir al entrenador portugués tras la quinta jornada, después de ser humillado en el Carlos Belmonte por el Albacete. Pacheco, protagonista del cese más rápido de la historia de la entidad, jamás se encontró cómodo en el banquillo balear, criticó públicamente a algunos jugadores, principalmente a Alejandro Campano, y su relación con el entorno fue fría.

El Mallorca de Pacheco abrió el torneo con derrota (2-1) en Santander ante el Racing, apenas unas horas después de la marcha de Ariel Ibagaza al Atlético de Madrid. Tres días más tarde, en Son Moix, el equipo sumó su primera victoria (2-0) ante el Zaragoza. La primera goleada llegó en San Mamés. El Athletic hurgó en la herida y machacó al Mallorca (4-0). Pacheco comenzaba a estar cuestionado. El bache se confirmó en el siguiente partido en Palma (1-1) ante el Sevilla -Ligüera jugó sus únicos minutos en Liga- y el 28 de septiembre el Albacete apuntilló el futuro del portugués, destituido al día siguiente.

El «efecto Luis» obró el milagro después de la era Llompart. Con el entrenador inquense, el Mallorca disputó un partido de Liga (1-1, ante Osasuna) que no despejó las dudas. Luis Aragonés se encontró con el depósito físico bajo mínimos, la pizarra embalada en el armario y un vestuario desquiciado, con dos jugadores enfrentados públicamente y su estrella en rebeldía.

Luis inició su segunda etapa en la isla con dos derrotas consecutivas (2-1 ante el Atlético y 1-3 frente al Barça) que empujaron al Mallorca al abismo de la zona pantanosa. Desde entonces, el Mallorca pisó el acelerador y protagonizó una escalada espectacular, pasando del pozo a la UEFA en apenas cinco semanas.

El Mallorca escogió un escenario tradicionalmente esquivo para remontar el vuelo. El 0-2 de Riazor supuso algo más que una victoria. Fue el punto de inflexión para la escalada. Los goles de Etoo y Bruggink y, sobre todo, el extraordinario planteamiento táctico del técnico fue elogiado por todo el país y aclamado por los aficionados. Después, tras el tropiezo frente al Valencia (0-5, la mayor derrota casera de la historia), el equipo encadenó cinco victorias consecutivas ante Murcia, Real Sociedad, Betis, Villarreal y Valladolid.

Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, Luis comenzaba a impregnar en la caseta su carácter ganador. Para ello, modificó algunas piezas. Así, en el centro del campo apostó por Txomin Nagore en detrimento de Marcos y el navarro respondió. Otro de los jugadores que cambió el rictus desde la llegada de Luis fue Alejandro Campano. El interior sevillano, denostado públicamente por el portugués Jaime Pacheco, volvió a parecerse a aquel futbolista dinámico y con pegada que despuntó en su primera campaña en la elite, hace dos años. Marcó cuatro goles decisivos de forma consecutiva y adquirió mayor protagonismo. Sin embargo, cuando coleccionaba portadas y elogios, llegó una inoportuna lesión que cortó su progresión y descentró al equipo por la falta de un reserva de garantías.

La crisis de diciembre cortó de cuajo la alegría. Una derrota en Málaga, en un partido que pudo alterar Samuel Etoo si Calatayud no le hubiera detenido un penalti, supuso el inicio de la crisis que sigue arrastrando el Mallorca en el amanecer de 2004. Al tropiezo de La Rosaleda se sumó la traumática eliminación en la Copa del Rey ante el Levante. Para rematar un mal epílogo, llegó Ronaldo con sus kilos. El brasileño abanderó el triunfo del Real Madrid (1-3) que despedía 2003.

El Mallorca llegó de las vacaciones con el revuelo decaso Etoo y la intención de truncar con su mala racha en los arranques de año. La visita al campo del colista Espanyol invitaba al optimismo. Pero a los veinte segundos de partido, las esperanzas se desvanecieron. La conexión Tamudo-De La Peña destapó todas las carencias de la zaga isleña y Luis Aragonés explotó con toda su vehemencia por la falta de actitud. El pasado sábado, ante el Celta, el equipo desperdició su ventaja en el marcador en dos ocasiones y sufrió su cuarta derrota de la temporada en casa.

Los problemas con Etoo han marcado la actualidad mallorquina en las últimas semanas. El camerunés sorprendió a todos en la víspera del desplazamiento a Coruña, el 27 de octubre, cuando acuñó la frase de la temporada: «Mi ciclo en el Mallorca se ha acabado», soltó el camerunés. Etoo provocó un incendio en el club que todavía no ha sido sofocado a pesar de los intentos de Luis.

Desde aquella declaración de intenciones, Etoo ha monopolizado titulares por cuestiones extradeportivas y su rendimiento ha ido de más a menos en la primera parte del campeonato. Y es que el camerunés sólo ha marcado dos goles, en Villarreal y Málaga, en los últimos dos meses y, además, dejará huérfano el ataque balear por su presencia con la selección camerunesa en Túnez con motivo de la Copa de Àfrica.

Otro motivo de disputa fue su incorporación con tres días de retraso a los entrenamientos después de las vacaciones navideñas.

Según el club, el futbolista estaba citado como el resto de sus compañeros, una opinión que contrastaba con las manifestaciones del propio Samuel Etoo. Y es que mientras aquí le esperaban, el futbolista se encontraba concentrado con la selección preolímpica en Costa de Marfil. «Existe un grave problema de comunicación con el club», apuntó el delantero a la hora de explicar esa falta de entendimiento.

El descarte de Stankovic también motivó un conato de incendio en la caseta. El interior yugoslavo fue el extranjero sacrificado para poder inscribir al nigeriano Finidi George y respondió con unos dardos envenenados a la entidad y a la dirección técnica. Luis respondió, «el Mallorca es un club y no Cáritas Diocesanas», y zanjó el asunto.

Los números del Real Mallorca en la primera parte del campeonato han sido deficitarios en algunos capítulos y sangrantes en otros. Por ejemplo, Luis Aragonés ya ha sufrido las mismas derrotas en los trece partidos de Liga que ha dirigido que en su primera etapa en la isla. En la temporada 2000-01, el Mallorca de Luis finiquitó el torneo doméstico con sólo 7 derrotas, las mismas que suma actualmente, cuando todavía resta toda la segunda vuelta.

El equipo balear no sufría 10 derrotas al término de la primera vuelta desde la temporada 1991-92, cuando llegó al ecuador con 13, una cifra que desembocó en el descenso a Segunda División. Las diez derrotas, asimismo, suponen las mismas que sufrió el Mallorca en toda la temporada 1997-98, la primera de Cúper en el banquillo.

En el capítulo de goles encajados, el actual Mallorca pasará a la historia negra del club. Y es que en casa ya ha recibido 19 goles, más que en toda la temporada 2000-01, y en la primera vuelta ya ha encajado 34, una cantidad superior a los goles que encajó en toda la Liga 98-99 (Roa recibió 31 y conquistó el Zamora) y los mismos que en la 89-90. Desde hace 20 años, no recibía esa cantidad de goles.