TAU VITORIA (18+20+17+26): Prigioni (3), Macijauskas (17), Nocioni (18), Scola (24), Betts (1) -cinco inicial-, Vidal (3), Calderón (9), David (6) y Splitter (-).
DKV JOVENTUT (16+19+23+20): Marco (13), Fernández (15), Vázquez (2), Alzamora (7), Tabak (12) -cinco inicial-, Radulovic (12), Martin (2), Digbeu (14), Dumas (-) y Guzmán (-).
Àrbitros: Mitjana, De la Maza y García Ortiz. Excluyeron por personales a David (m.39).
Jorge Muñoa|SEVILLA
El Tau volvió a celebrar la Copa del Rey, un título al que se ha vuelto asiduo con dos triunfos en las tres últimas temporadas, pero el festejo sevillano, que supone el cuarto entorchado vasco en la competición, le supo mejor que ningún otro y todo gracias a la esplendorosa actuación del Joventut y del MVP del campeonato, el impresionante Rudy Fernández.
El Tau no tardó en echar el primer órdago de la tarde a su oponente (8-3 m.4). Los argentinos nacionalizados Luis Scola y Andrés Nocioni, dos auténticos depredadores, concretaron el zarpazo con cuatro puntos por barba. Daba la sensación de que el Joventut, como tantos otros, iba a estrellarse contra esa defensa inabordable de superhombres. Por suerte para todos, enseguida lo remedió. De la mano de un Carles Marco espléndido en la dirección remontó y, a los siete minutos, marcaba la pauta en el marcador (10-14).
Había final. Después del primer cuarto nadie dudaba ya de eso (18-16). De cualquier forma, a cambio de un gran esfuerzo. Mientras los verdinegros habían tenido que recurrir a su banquillo sin parar para hacer frente a la machacona intensidad del Tau, éste hizo el primer cambio con el periodo prácticamente acabado. Los hombres de Dusko Ivanovic repitieron aldabonazo en una nueva carga sobre el aro contrario (27-21). El banco badalonés aguardaba a que Marco cogiese aire y apuraba esos instantes con el francés Stephane Dumas y el joven José María Guzmán. La reincorporación de Marco devolvió el pulso al Joventut tras un parcial de 2-7 (29-28 m.17) y consiguió que el Tau tuviera cosas de las que hablar en el vestuario (38-35 m.20).
El equipo de Aíto García Reneses estaba en la brega, pero le hacía falta algo más que enjugar los tirones vitorianos. Necesitaba controlar el tanteador en alguna fase, darle quebraderos de cabeza a un adversario rebosante de confianza, de autosuficiencia. Lo logró al sentirse con una rodilla sobre la lona (47-39 m.24). Le sacó del apuro el croata Nikola Radulovic, que consiguió nueve puntos en el tercer cuarto. Pero la eclosión del Joventut, como no podía ser de otra forma, se gestó en las manos de Rudy Fernández. Guzmán le lanzó un 'alley-hoop' que el inmenso talento del alero convirtió en un mate de espaldas a dos manos galácticas. La jugada, aplaudida a rabiar por todo el pabellón, aficionados baskonistas incluidos, daba el empate al conjunto badalonés (52-52). Y no sólo eso, también cayó como un ladrillo sobre la confianza vitoriana.
El Tau se atascó, el Joventut sacó una racha de su baloncesto más típico -rebote y contraataque- y, justo a su hora, cuando había que hacerlo, puso el choque donde debía (52-58 m.30). De paseo, nada de nada. Scola ya no corría a defender apretando los puños por el medio de la pista. El título todavía esperaba descubrir un nuevo campeón que, a falta de cinco minutos, tras un triple obra de Fernández que sólo pueden anotar unos pocos privilegiados, la Copa andaba más cerca de Badalona que de Vitoria (66-71). Nocioni repartía su tiempo entre atacar y tratar de amedrentar al taletonso Rudy Fernández en defensa, eso que en la NBA llaman 'trashtalking' (conversación basura), algo así como decirle de todo a alguien y bien pegado al oído.
El caso es que el Tau limó su desventaja muy deprisa (75-71) y entró en los últimos cincuenta segundos con media Copa en la mano. En el ataque donde el Joventut tenía su oportunidad final le aguardaba la pizarra de Dusko Ivanovic. El técnico serbio colocó a Scola en la cabecera de la zona para impedir el triple de Marco y ahí ganó el partido. Sin paseo, pero finalmente con título.
Rudy Fernández abandonó el pabellón San Pablo como subcampeón, con la decepción de los ganadores que acaban de perder, dolido por la derrota, pero consagrado, a sus dieciocho años, como el tremendo jugador de baloncesto que es y el título de «Jugador Más Valioso» en su poder para constatarlo. Es muy difícil que el 'MVP' recaiga en un integrante del equipo perdedor, una circunstancia muy poco usual. Sin embargo, ver jugar a este espigado mallorquín supone una auténtica delicia. Rodolfo Fernández, jugador de fútbol hasta los diez años, tumbó al Barcelona en semifinales y contra el Tau dejó los mejores retazos de la Copa. Sobre todo, un mate de espaldas en un 'alley-hoop' que mereció el aplauso de todo el pabellón San Pablo.
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