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Cantante de rock en sus ratos libres y con más virtudes como showman que bajo una portería, Germán El Mono Burgos se ha metido en un laberinto de difícil salida. Su pegajoso humor puede tener en esta ocasión un efecto boomerang . El ex portero del Real Mallorca se ha visto implicado en un asunto que ya está en manos de la justicia deportiva y que, de confirmarse los hechos denunciados, puede propiciar su salida del fútbol por la puerta de servicio. Burgos ha sido señalado como presunto autor de un intento de compra del partido que disputaron el pasado domingo Racing de Santander y Celta de Vigo en El Sardinero. Según el escrito que ya está en poder el Comité de Competición, el portero argentino había llamado al delantero del Racing Mario Regueiro para ofrecerle dinero (90.000 euros) por cometer un penalti y favorecer los intereses célticos. La historia de esta herida abierta por El Mono, un escándalo que ha puesto bajo sospecha al fútbol español, comienza en las vísperas del Racing-Celta. Según el documento presentado por el Racing, el pasado jueves Regueiro recibió una llamada de alguien que decía hablar en nombre del Celta. Esa persona, al parecer, le ofreció 90.000 euros (unos 15 millones de pesetas) para que Regueiro cometiera un penalti. El futbolista le siguió el juego y al día siguiente se lo comunicó a su club.

El nombre de Germán Burgos como posible autor de la llamada corrió como la pólvora el pasado miércoles. El Mono, ante el cariz de tomaban los acontecimientos, reconoció haber telefoneado al delantero racinguista, aunque aseguró que bromeaba cuando le insinuó a Regueiro la posibilidad de dejarse ganar el encuentro. Según publicó ayer el diario Marca, Burgos le dijo a Regueiro que «a ver si se dejan de joder, que tengo amigos en el Celta de Vigo y si hay que poner guita la pongo yo, que gano mucho en el Atlético de Madrid...». El Atlético de Madrid, que se ha visto indirectamente implicado en el asunto sin tener nada que ver, se desmarcó de la supuesta implicación de su jugador y aseguró, en boca del presidente Enrique Cerezo, que el club madrileño «no tiene nada que ver» con este asunto.

En esta ocasión, el permanente estado jocoso que rocía Germán Burgos en cualquier comparecencia, en cada rueda de prensa, incluso en la que oficializó su grave enfermedad la pasada temporada, le puede jugar una mala pasada. Quizás se dé cuenta de que todo, hasta el humor, tiene un límite, una línea que en esta ocasión parece haber traspasado.