Los internacionales españoles no tuvieron más remedio que tragar saliva, administrar los sentimientos de decepción y de tristeza, de arroparse en los familiares, para comenzar a digerir el batacazo de la temprana eliminación en la Eurocopa 2004, uno de los palos más fuertes que el fútbol de nuestro país ha recibido en los últimos años, y que marca un punto de inflexión en el futuro de la selección, de Iñaki Sáez y del deporte rey. Fue, como no podía ser de otra manera, una noche y una mañana triste, muy triste en el entorno de la expedición española. Los jugadores de esta joven plantilla habían depositado muchas ilusiones en el torneo continental, para muchos el primero de su carrera profesional, que se fueron al traste después de un mal partido que sentenció el benfiquista Nuno Gomes con un disparo al que ni la defensa española ni Iker Casillas pudieron responder con eficacia. Así, el gol más decisivo caía del lado de los anfitriones en el momento más adecuado y a la vez el más inoportuno para España.
Eurocopa
Ecos del batacazo
El día después siembra de dudas el futuro de la selección española y deja a Iñaki Sáez contra las cuerdas
22/06/04 0:00
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