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Después de que una inoportuna operación y una baja forma, respectivamente, dejaran fuera del Tour de Francia a Joan Horrach y Toni Tauler, la delegación mallorquina quedaba reducida a la mínima expresión. La necesidad de exprimir al máximo los recursos humanos fuera de la carretera llevó a Eusebio Unzúe a exprimir todo su arsenal. Y en sus planes entraba Pep Toni Escandell. El masajista mallorquín ya sabe lo que es rendir al más exigente nivel en una grande. En las filas del Milaneza portugués ha vivido en primera persona varias ediciones de la Vuelta a España, pero de la mano del Illes Balears-Grupo Santander ha logrado hacer realidad uno de sus grandes sueños, como aficionado y profesional. Su reconocida labor le llevó a ser requerido a la hora de conformar estaff técnico del Illes Balears. Pronto se ganó la confianza y el respeto de sus compañeros de trabajo y de los profesionales del pedal. Con la de Horrach, Tauler, Colom y Reynés ya contaba, pero los demás no han dudado en abrir las puertas a un trabajador incansable, y que está dispuesto a aprovechar la oportunidad que se le ha brindado.

Su fiel compañero Iñaki le ayuda a que el día sea más ágil. Acabado el desayuno, compuesto principalmente por bollería, pasta y fruta, toca tomar rumbo hacia el avituallamiento. Éste se encuentra, generalmente, en una recta de unos mil metros en mitad de carrera. Allí se sitúan los coches de los 21 equipos, buscando la mejor ubicación para entregar a los ciclistas las bolsas llenas de energía. En ella podemos encontrar pastelitos, glucosa, sales minerales, fruta, bocaditos de jamón y queso, y los días de mucho frío té caliente. Inconfundible con su equipación del Team Illes Balears, Pep Toni Escandell informa por radio al coche de equipo de su ubicación exacta, para que los ciclistas sepan dónde pueden recoger su bolsa. Realizada la labor, Pep Toni e Iñaki se dirigen de toda velocidad hacia la línea de meta por una ruta alternativa. Allí aguarda el bus del Illes Balears y toca prepararlo todo para que los corredores estén cómodos a su llegada. Mientras los ciclistas llegan al hotel, Pep Toni prepara su mesa de masaje, por la que pasarán tres ciclistas en tandas de 30 minutos. Antes de acabar el día, 3 ó 4 lavadoras aguardan a Pep Toni, que en el autobús del equipo, convertido por las noches en el Bar de Fernando, comenta la jornada y se relaja tras otra larga etapa.

Pep Toni sabe que su actuación despierta curiosidad en la Isla, y para él, esta circunstancia supone una motivación adicional. Un día en la vida de Escandell en el Tour de Francia está plagado de trabajo, pero también de nuevas experiencias que recordar cuando aterrice en los Campos Elíseos de París. A las siete y media de la mañana suena el despertador en su habitación. Una ducha rápida, mientras su compañero de habitación se despereza, supone el paso previo hacia el camión del equipo, el que es su centro de operaciones. Allí, su cometido no es otro que preparar el material necesario para afrontar una larga y dura jornada. La equipación de los corredores, el avituallamiento, los bocadillos -siempre necesarios en plena etapa-, las maletas y una larga lista de detalles claves ocupan sus primeras horas de trabajo dentro de un engranaje formado por veintitrés personas y nueve vehículos. El masaje a los corredores tras la etapa y el avituallamiento durante la misma son dos de los objetivos prioritarios dentro de la agenda de los masajistas, y entre ellos, de Pep Toni.