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Una temporada más, el estamento arbitral se reunió a manteles para cerrar un curso especial, y de paso, sentar las bases de una nueva etapa. El restaurante Bahía Mediterráneo fue punto de encuentro en el Día del Colegiado, organizado por el Comité Balear de Àrbitros de Baloncesto, encabezado por su presidente, Toni Salas.

El acto sirvió para reconocer el trabajo de diversas personalidades y entidades que han ayudado a que la labor de los árbitros sea más plácida, además de premiar la fidelidad y la constancia de algunos de los históricos del CBA.

La escuela fue la que abrió el turno de homenajes. Los árbitros que superaron el curso 2003/04 recibieron un diploma acreditativo. De la misma manera, el menorquín Francisco Javier Obrador, el ibicenco Fermín Costa y Jaime Bonnín recogieron un diploma acreditativo de sus más de diez años de dedicación al arbitraje. De la misma manera, Jaume Estarellas, presidente de la Federació de Bàsquet de les Illes Balears, tuvo el honor de hacer entrega a Toni Salas y Pep Orón de un diploma de honor y de la insignia de oro, con motivo de sus 35 años de entrega al estamento colegial.

Los premios Tato, que recaen en las mejores anotadoras, cronometradoras y operadoras de 24 segundos, fueron entregados por Dolors Besné a Elisa Aguiló, Victoria Gabaldón e Inés Cuenca.

Pero uno de los puntos estelares llegó con la entrega de una serie de placas a varias personalidades que se han ganado el respeto y la admiración de los árbitros. Fernando Antolí, por su labor como secretario de la FBIB; Luis Páez, entrenador del Sant Josep; Àngel Molinero, técnico del Bàsquet Pla; y en especial Sebastià Penya, ex presidente del Bàsquet Inca fueron agasajados en un acto que concluyó con las palabras de Toni Salas y Jaume Estarellas, un tándem que ha llevado al deporte de la canasta a una dimensión notable a nivel nacional.