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Carlos de Torres|SANT FLEUR
El francés Richard Virenque regaló a sus compatriotas en el día de la fiesta nacional del 14 de julio una de sus típicas hazañas al ganar la décima etapa disputada entre Limoges y Saint Flour, en la que otro galo, Thomas Voeckler, conservó su maillot de líder. Virenque no faltó a la cita de la montaña y a las primeras de cambio demostró por qué sigue siendo un ídolo en Francia. El ciclista del Quick Step, fiel a su estilo, firmó una escapada de 200 kilómetros para rematar su séptima victoria en el Tour en 11 participaciones brazos en alto, en solitario y confirmando que los escaladores nunca se rinden.

El tiempo invertido por Virenque fue de 6:00.24, a una media de 39,46 kms/hora tras completar un recorrido jalonado por 9 puertos, los más importantes en los últimos 80 kilómetros, que no desaprovechó para ponerse también de líder de la montaña y erigirse como favorito al séptimo título de mejor «grimpeur» y desbancar así al español Bahamontes y al belga Van Impe, con quien comparte el récord de seis reinados de la montaña.

El vencedor aventajó en meta en 5:19 al pelotón de los favoritos encabezado por los alemanes del T-Mobile Andreas Kloden y Erik Zabel y donde llegó cuarto el campeón de España Francisco Mancebo, quien tiró en la subida del último kilómetro en busca de arañar algún segundo, pero Armstrong y Ullrich estuvieron atentos, como Iban Mayo, y entraron en el grupo. No así Heras, Hamilton y Sevilla, que se dejaron 7 segundos. Una falta de atención que les obligó a dar un pequeño paso atrás en la general.

Virenque se llevó además del maillot de puntos rojos, que ya es una especie de segunda piel para el, el cuarto puesto de la general. Un día festivo para los franceses también en la carretera, que vieron la imagen del vencedor y de Voeckler con sus respectivos maillots de líderes. En la general el joven corredor de La Boulangere mantuvo los 3 minutos respecto al australiano O'Grady y los 4.13 sobre otro francés, Sandy Casar, segundo y tercero respectivamente.

Credenciales
Una pequeña cota de cuarta categoría situada en el kilómetro 39 sirvió para que Virenque presentara sus credenciales en la edición 2004. Después de varias arrancadas se llevó consigo al belga del Lotto Axel Merckx, un rodador. Juntos fueron en armonía hasta las pendientes del Puy Mary, único puerto de primera de la jornada. Ahí comenzó la nueva galopada del viejo león y los favoritos empezaron a verse las caras de cerca. Una maniobra en cabeza del T-Mobile de Ullrich obligó a Armstrong a dejarse ver en cabeza de grupo, mientras que Mayo perdía terreno por una avería mecánica. El descenso sirvió para la reagrupación general con la excepción del grupo de esprinters, quienes sufrían su calvario particular, con McEwen, Boonen y compañía.

En la misma bajada el susto lo protagonizaron el alemán Kessler y el francés Sebastien Hinault, con sendas caídas que pusieron los pelos de punta. El segundo fue trasladado en camilla. Antes se retiró el aragonés del Liberty Angel Vicioso.

Por delante, y con un colchón de 7 minutos, Virenque iba a lo suyo. Subió con solvencia el Col de Plomb de Cantal, de segunda, y ya se lanzó los últimos 32 kilómetros hacia la meta, con los deberes hechos y en plena demostración que sigue siendo la referencia del ciclismo francés, huérfano de ídolos en los últimos tiempos. No en vano es el último en subir al podio en París, como segundo clasificado en 1997 tras Ullrich.