Schumacher y su Ferrari dominan de forma tan abrumadora la
Fórmula Uno que el único aliciente es saber quién se fotografiará
junto al germano en el podio, honor que esta vez correspondió al
inglés Jenson Button (BAR-Honda), segundo; y a un espectacular
Alonso (Renault), que subió por tercera vez acajón este año tras
haberlo hecho en Melbourne (Australia) y en Magny Cours
(Francia).
El alemán ganó ayer su undécima carrera de la temporada, con lo
que igualó su propio récord de victorias en el mismo año, que data
de 2002 y que podrá superar -incluso con amplitud- en las seis
carreras que quedan para acabar el que será, salvo tragedia, el
séptimo Mundial que se adjudica egaláctico del gran motor.
Schumi rodó a una media de 215 kilómetros por hora y cruzó la
línea de meta con una ventaja de ocho segundos sobre Button y 16
respecto de Alonso.
Schumacher se anotó su octogésimo primera victoria y concluyó su
Gran Premio número 50 sin avería en el motor. La última fue hace
tres años, en Hockenheim. Desde entonces se retiró sólo dos veces,
por accidente: en Brasil, en 2003; y en mayo en Mónaco.
Ayer Alonso brilló, sobre todo y de nuevo, en la salida, que se
retrasó en dos ocasiones debido a los problemas del galo Olivier
Panis (Toyota) y del brasileño Rubens Barrichello (Ferrari).
El asturiano mostró sus reflejos de oro y por la izquierda se
coló entre los dos McLaren del finlandés Kimi Raikkonen y del
escocés David Coulthard y del Williams-BMW del colombiano Juan
Pablo Montoya, ascendiendo de golpe tres puestos y pasando al
segundo, por detrás del astro de Kerpen.
Sin embargo, en la segunda vuelta fue superado por Raikkonen,
quedando en tercera posición provisional. Alonso paró por primera
vez en la novena vuelta (tardó 7.3 segundos), una antes que Schumi
y tres antes que Kimi, que paró en la doce y nada más salir tuvo
que abandonar, tras accidentarse al perder el alerón trasero.
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