Todavía no había cumplido la mayoría de edad cuando Arsenio
Iglesias le rescató de la Tercera División y apostó por él. Dos
semanas antes de celebrar los 18 años, Marcos Vales Llanes
(5-4-1975, A Coruña) comenzó a desfilar por el escaparate de la
elite. Era la temporada 1992-93. Hoy, trece años después, aquel
adolescente es un futbolista maduro que ha alternado las luces de
la internacionalidad con las sombras de las lesiones y que inicia
con fuerza e ilusión su aventura en el Real Mallorca, su quinto
equipo en la nobleza de la Liga.
A primera vista, Marcos Vales destila timidez. Hombre de pocas
palabras y de sonrisa difícil, el gallego se mantiene al margen de
la convivencia. Pero cuando se calza lasbotas, aparca su timidez y
muestra todo su descaro. Diestro a pesar de ubicarse en la banda
izquierda, el fútbol marcó la infancia de un jugador que se mueve
entre extremos. Su padre fue uno de los futbolistas más prolíficos
de aquel Deportivo de hace tres décadas que vivía a caballo entre
Segunda y Tercera y que en alguna ocasión ascendía a Primera.
A pesar de su prometedor debut en el SuperDepor, donde vivió en
primera persona el penalti más famoso en la historia de la Liga
Española, el que González le detuvo a Djukic, la carrera de Vales
ha estado salpicada de irregularidad. El año 1998 fue el suyo.
Después de proclamarse campeón de la Eurocopa sub'21 junto a Michel
Salgado, Roger, Valerón, Guti, Angulo, Salva o Víctor, vio cómo el
recién nombrado seleccionador nacional, José Antonio Camacho, le
concedía su bautismo internacional: «Fue una experiencia
irrepetible que nunca olvidaré», recuerda con nostalgia el
protagonista.
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