El Mallorca no encuentra la salida del laberinto. Las bandas no
existen, el centro del campo ni roba ni crea y la defensa es un
paraíso para sus visitantes. Ayer perdió ante un Barça que no
necesitó tirar de su inagotable repertorio para ensañarse ante la
extrema debilidad local. A pesar de la siesta visitante, que se
echó a dormir en la segunda parte, cuando Samuel Etoo recibió la
ovación pendiente de Son Moix y se marchó al vestuario con dos
goles más en sus alforjas, la humillación pudo ser de escándalo.
Tres mano a mano desperdiciados por Larsson, que abrió el triunfo
con un gol de rebote, y un torrente de acercamientos al área de
Moyà definieron un partido de dirección única en el que un equipo
de fútbol se limitó a cumplir su trabajo frente a once fantasmas
vestidos de rojo. Delibasic reactivó a la grada tras el descanso y
maquilló la humillación con un gol que no debe ocultar el desastre
anterior (1-3).
Hubo minutos de calvario para el Mallorca en la primera parte.
Momentos de esplendor visitante, de fútbol artístico, aderezado con
un empeño en la presión que complementó adecuadamente la magia y el
toque. Jugaron los blaugrana a una mayor velocidad de crucero.
Enfrente, el Mallorca no corrió, apenas trotó y se dejó zarandear
por el vendaval de un adversario tan serio en defensa como
chispeante en ataque. Un obstáculo excesivo. La primera acción del
partido confirmó los peores presagios. El Barça se limitó a tocar y
tocar ante la pasividad mallorquina, once camisetas rojas que
deambulaban sobre el césped. A los dos minutos, la primera en la
frente. Ronaldinho recibió el balón, tuvo tiempo para darse la
vuelta, ver por el retrovisor la carrera de Larsson y enviar un
pase de orfebrería que el sueco tiró al cuerpo de Miquel Angel
Moyà.
Sin tiempo para calibrar las opciones, el Barcelona abrió la
lata. Ronaldinho asistió a Gio, el holandés centró desde la
izquierda, Xavi remató al cuerpo de Poli y Larsson, que pasaba por
allí, fusiló a placer a Moyà mientras Ballesteros y Müller se
miraban entre sí reprochándose el despiste. Tras ese gol, el
Mallorca se apagó y presentó liquidación por derribo. El grupo de
Floro se arriesgó a la humillación de la derrota con un fútbol
criminal, un desastre en todas sus líneas. Fue en diez minutos de
apagón. El equipo balear se enredó en la incomprensión, encajó dos
goles y Larsson tiró por el desagüe del partido dos mano a mano
ante Moyà.
La imagen de desidia quedó clavada en el tercer gol, cuando
Samuel Etoo recibió de Larsson, le hizo un sombrero a Moyà y marcó
a placer su segundo gol de la tarde. Dos minutos antes había
inaugurado su cuenta al transformar un penalti de Ballesteros a
Ronaldinho.En la segunda parte, el Barça se tumbó a la bartola, una
bajada de tensión que resucitó levemente al muerto vestido de rojo.
Delibasic firmó un final engañoso que no sirvió para evitar la
tercera derrota consecutiva en Palma ni para ocultar las primeras
grietas.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.