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Marta Montes Canteli (Gijón, 1977) se aleja de cualquier estereotipo de un deportista convencional. La central del Grupo Giménez Alaró atesora las mismas condiciones artísticas e intelectuales que deportivas. Considerada como una de las mejores jugadoras nacionales, no ha dudado en abandonar Las Palmas (subcampeón en la Superliga Femenina) para afincarse en Mallorca y enrolarse en un equipo dos categorías por debajo de su nivel (este año está jugando en Primera División femenina) porque «aunque me gusta el voleibol, no estoy dispuesta a reducir mi vida al deporte». De espíritu inquieto, Marta Montes ha pintado en sus dos meses de estancia en la Isla siete cuadros, que ayer presentó en la inauguración de su primera exposición mallorquina en el Bar Can Pere Gri de s'Escorxador.

Jugar en el Alaró va a permitir a Marta Montes poder dedicar más tiempo a pintar y a estudiar. Le queda un año para terminar Bellas Artes (en las tres últimas ciudades que ha vivido no se pueden cursar estos estudios y ella no tiene prisa porque «no me interesa el título en sí, me gusta ir a clase y aprender») y en Mallorca ha comenzado sus estudios de Turismo en la Universitat de les Illes Balears, al tiempo que hace unos cursos de francés y alemán (el inglés ya lo domina).

Puede resultar curioso que una jugadora del máximo nivel se decida para cambiar de archipiélago y aceptar la oferta de un equipo que no milita en la categoría que por nivel le corresponde. Pero para Marta Montes el voleibol y el arte (la pintura y la fotografía son sus grandes pasiones) se equiparan en el orden de importancia. Así, se dejó seducir cuando Daniela e Isa, dos de sus compañeras de equipo en Alaró, le hablaron de un proyecto bonito y ambicioso que iba a dirigir Ernesto Rodríguez. «Tiene mucho nombre en el voleibol español y simplemente me interesó informarme de cómo era como persona. Todas las referencias fueron buenas y me decidí por venir», explica.