TW
0

El Mallorca se ha dado una vuelta por los suburbios de la tabla, allá donde los lujos escasean y las necesidades aprietan. Los días de vino y rosas se han convertido en un amargo paseo por el sótano de la Liga, en una navegación a la deriva con la catarata amenazando en el horizonte. El grupo balear bajó el telón de la peor primera vuelta que se recuerda en las dos últimas décadas, sólo comparable a las nefastas campañas 1969-70 y 83-84 e igualando los registros de la temporada 1991-92 -el último descenso de categoría hasta el momento- cuando el equipo cruzó el ecuador en la última posición. Los números sangran.

El grupo isleño suele obtener mejores dividendos en el segundo tramo de la Liga que en la primera parte. En once de sus dieciocho temporadas anteriores en Primera logró más puntos en la segunda vuelta, en sólo cinco empeoró sus registros tras cruzar el ecuador de la competición y en dos capturó el mismo botín. Para aportar más leña al fuego de la ilusión, otro dato. Durante la primera etapa de Héctor Raúl Cúper en la Isla (97-99), el Mallorca siempre mejoró sus prestaciones en la segunda parte del curso.

Es el equipo más goleado de la Liga (32 goles); sólo en dos partidos ha mantenido su portería imbatida; ha sellado la peor tarjeta local de su Historia (una victoria); totaliza 9 puntos menos que la pasada temporada y suma catorce jornadas consecutivas en el infierno...Eso por no hablar de los tres entrenadores que han desfilado por la pasarela del banquillo o de los 25 jugadores que ya se han vestido de corto. A pesar de que se mueve en las tinieblas, a seis puntos de la salvación y con un horizonte plagado de escombros, el Mallorca no ha apagado todavía la luz. Es más, buceando en la Historia barralet, hay motivo para la esperanza.