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Lleyton Hewitt sacó fuerzas de donde parece imposible, olvidó el cansancio acumulado y completó una nueva hazaña en la Rod Laver Arena para desarmar al estadounidense Andy Roddick y convertirse en el primer australiano que alcanza la final en Melbourne desde Pat Cash en 1988. El carismático jugador de Adelaida se impuso a Roddick por 3-6, 7-6 (3), 7-6 (4) y 6-1 en dos horas y 54 minutos, a pesar de que el americano logró 31 saques directos, uno de ellos a 231 kilómetros por hora, y de que estaba, en teoría, mucho más fresco que él. Al final del encuentro Hewitt besó la pista central de Melbourne Park, la misma que censuró antes del torneo, calificándola de «mierda de vaca» por su lentitud y donde el lunes a las 9.30 horas se enfrentará por el título contra el ruso Marat Safin.

El «Zar» demostró el jueves que el suizo Roger Federer es humano al derrotar al número uno por 5-7, 6-4, 5-7, 7-6 (6) y 9-7, tras salvar una bola de partido. La mente se impuso al cuerpo y Hewitt, que había necesitado 14 horas y 38 minutos para llegar a las semifinales, siete horas más que Roddick, volvió a ofrecer una demostración brutal de fuerza mental que el de Nebraska no pudo hacer frente. Ni siquiera los problemas en su cadera derecha pudieron detener a Hewitt, que en cada partido se ha superado a sí mismo. Sólo el de primera ronda contra el francés Arnaud Clement (tres sets) fue plácido para él.

James Blake (cuatro mangas), Juan Ignacio Chela (cuatro), Rafael Nadal (cinco) y David Nalbandian (cinco) le fueron curtiendo en el camino, y aunque el argentino estuvo cuatro veces a dos puntos de derrotarle en cuartos de final, únicamente provocó que Lleyton se armase aún mas de confianza. Esa misma confianza es la que no le hizo bajar los brazos cuando Roddick ganó el primer set en 39 minutos, tras un espectacular noveno juego en el que el americano superó cinco puntos de ruptura, dos de ellos con aces con segundo saque (uno a 224 kilómetros por hora) y otros dos seguidos al final. Todo parecía dispuesto para que Roddick se anotase la segunda victoria en seis encuentros contra Hewitt, pero el australiano, lejos de entregarse, estuvo todavía más firme. Su determinación en los dos sets siguientes fueron decisivos, porque Roddick comprendió que todo se basaba en su servicio, y el americano falló en ese aspecto, pues cometió nueve dobles faltas, algunas en momentos vitales. Aún así Roddick tuvo su oportunidad cuando dispuso de 4-1 en la tercera manga, una ventaja que se esfumó rápidamente para convertirse en el segundo desempate de la noche, en el que Hewitt volvió a imponerse. El tercer set fue una exhibición de Lleyton, lanzado y sin fisuras, que se lo apuntó en 34 minutos. Mark Edmonson fue el último «aussie» que logró vencer en este abierto y fue en 1976, aunque Safin tiene cosas que decir.