Jugadores del Mallorca celebran uno de los goles conseguidos ayer. Foto: MONSERRAT

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Andaba el partido por el minuto 53. Tuni lanzaba una arrancada por la izquierda y su disparo escapaba alto. El Mallorca ganaba 3-1 y la grada era una fiesta. Desde el 5 de diciembre la hinchada no masticaba un triunfo como el de ayer, balsámico, reparador. El equipo de Cúper se zampaba al Getafe con una exhibición de pegada y juego al contragolpe, y el resto de marcadores le iban concediendo una tregua. Hacía tiempo que el mallorquinismo no se daba un festín y por eso la victoria tuvo algo de terapéutica (3-1). El Mallorca tuvo otra pinta, un aspecto mucho más aseado. Cúper dispuso un centro del campo algo más creativo, con dos cuchillos por las bandas (Tuni y Campano) y Arango ejerciendo funciones de media punta. Eso mejoró el equipo, que ofreció nuevas prestaciones en ataque. El Mallorca se olvidó por completo del balón, tal y como lo venía haciendo desde que llegó el técnico argentino, y le dio el gobierno de la cita al Getafe. El conjunto madrileño tiene un acicalado trato del balón, pero sufre un enorme cortocircuito cuando avista el área rival. Juega sin bandas y Craioveanu no está para desmarques, mientras Yordi se pasa la mitad del partido persiguiendo balones que bajan de las nubes.

Por eso al Mallorca le bastó con aprovechar la indolencia del Getafe de cintura para arriba. Además, los madrileños sufren en exceso atrás y sus limitaciones se traducen en enormes espacios para trazar diagonales, algo con lo que los isleños se forraron. Como en el 2-1, fruto de un servicio en profundidad de Okubo que atrapó Luis García, luego de romper el fuera de juego. Arangó empujó a la red, poco después de que el Getafe hubiera logrado la igualada. El Mallorca se había encontrado muy pronto con un penalti sobre Ballesteros, al que Nano se le había colgado en la chepa. Luis García logró el primer tanto (minuto 9) y el encuentro parecía que iba a ser plácido. Pero los rojillos empezaron a sestear, mientras el Getafe iba creciendo de la mano de Gabi y Rivas. El dominio visitante era ficticio, casi inocuo, pero Yordi las tocaba todas. Una de ellas supuso el empate, después de que Cotelo largara un servicio desde la derecha que el andaluz transformó en gol tras dibujar un escorzo perfecto (minuto 25).

El Mallorca volvió a temblar y la grada se iba irritando, porque el Getafe tocaba y tocaba y su fútbol maduraba. Gabi estuvo cerca del segundo tras un derechazo desde lejos que, tras tocar en Arango, se envenenó. Las manoplas de Moyà evitaron el gol (minuto 34) y a renglón seguido el conjunto bermellón volvió a marcar; Okubo vio el desmarque de Luis García y Arango, que venía desde la segunda línea, anotó el 2-1 en un momento determinante, poco antes del descanso (minuto 36). Con el partido cuesta abajo y el Getafe lleno de dudas, el Mallorca no tardó en atizarle al grupo de Sánchez Flores. Fue a poco del arranque del segundo acto, en un arreón de Tuni por la izquierda que completó con destreza Luis García, que realizó un gran control orientado en carrera, sorteó a Sánchez Broto y envió a la red (minuto 51). El equipo balear le empezaba a sacar punta a su juego de bandas y acariciaba un triunfo que pudo ampliar Tuni, que envió fuera poco después tras una nueva zancada desde su flanco (minuto 53). El Mallorca vivía su mejor momento a costa de un Getafe que se quedaba sin recursos, porque cada vez que su técnico echaba un vistazo al banquillo se deprimía. Metió sobre la arena a Gallardo y Cubillo en un intento por dar un paso al frente, pero ni por esas el equipo de la capital tuvo más presencia. Por aquel entonces, Tuni ya se había adueñado de la banda izquierda y otro acelerón del futbolista de Sóller le permitió a Arango acariciar el cuarto, pero su remate de cabeza lo repelió Sánchez Broto (minuto 61). Incluso Romeo se acercó al gol a poco de pisar la hierba, pero su tiro forzado lo repelió el portero del Getafe en una buena estirada (minuto 79). El Mallorca, ávido de buenas noticias, celebraba algo más que una victoria, porque la jornada y el resto de marcadores le habían hecho un guiño.