Entre aplausos y arropado por numerosos amigos, compañeros y socios
del Real Club Náutico de Palma (RCNP), Hugo Ramón hizo entrada en
la sede social de esta entidad. No paró de recibir abrazos,
felicitaciones y parabienes por haber concluido la 'Mini Transat
6.5' para monotipos, consistente en cruzar el Océano Atlántico en
solitario a bordo de un velero de seis metros y medio. Una de las
felicitaciones más efusivas fue la del presidente del Náutico,
Matías Salvà, seguido de numerosos directivos del club.
Desde en su salida en La Rochelle (Francia) hasta la llegada a
Salvador de Bahía (Brasil) transcurrieron 33 días de extrema
dureza. La épica se escribe con mayúsculas para el regatista más
joven en conseguir finalizar este tipo de «París-Dakar del mar»,
como calificó Ramón esta competición.
Llegó ayer al aeropuerto de Son Sant Joan y ya notó el cambio
climático, pero la diferencia del termómetro se extinguió cuando
fue recibido por medio centenar de personas. «Ha sido una
bienvenida especial. Tengo que estar agradecido a todos aquellos
que me han apoyado. Me hace ilusión verles aquí, aunque no tengo
tiempo para atender a todos. Ellos me han podido seguir, pero yo no
sé cómo fue todo aquí», argumentó.
El atrevido patrón explicó que la competición es de una dureza
«extrema», ya que según apuntó «nos estamos jugando el pellejo
compitiendo, que obliga a ir al límite, lo que hace que puedas
cometer errores», señaló Hugo, quien añadió que «hay tantos
momentos maravillosos, que compensa todo lo demás».
El deportista balear estuvo cuatro días sin comer por querer
hacer reparaciones en su barco y por forzar al máximo su capacidad
física, reconoció que «lo llevé muy mal debido al calor que hacía y
a que tuve que estar subido al mástil para cambiar una de las
velas. Comía siete veces al día, porque cuando subía al mástil
gastaba muchas fuerzas. Así que llegó un momento en que no pude
comer más».
Ramón tuvo varios sentimientos al cruzar la línea de llegada. El
primero de ellos fue «de satisfacción por haber llegado», afirmó,
pero el segundo fue «de rabia por todos los inconvenientes que tuve
como roturas de piezas que tuve que ir reparando sobre la
marcha».
La 'Mini Transat' ha servido al regatista palmesano «de
aprendizaje», dijo. «Para mí ha supuesto una prueba de superación y
aprendizaje, aunque sé que todavía me queda mucho por aprender»,
declaró.
Este aventurero de la vela tiene el deseo de dar conferencias en
los colegios para contar su experiencia, a la vez que invitó a
todos aquellos neófitos de este deporte a que se acerquen a él,
porque según Hugo Ramón, «es apasionante». «Es muy complicado
explicar con palabras cómo se puede convivir en un espacio tan
reducido, por eso me gustaría que la gente lo viera. Este año no
hemos podido poner cámaras dentro del bote, pero para la próxima
edición sí queremos hacerlo para vivir la aventura desde dentro»,
señaló.
Las ganas de estar entre los suyos se vivieron de manera
especial. «Cuando aterricé, pensé que estaba en casa. Me gusta
Mallorca. En el mar no me doy cuenta de lo lejos que estoy de los
míos. Al llegar a la meta me entraron ganas de venir. Estar entre
los amigos y la familia es maravilloso», expresó.
Gabriel y Michele son los padres del regatista palmesano. Ambos
estuvieron apoyando a su hijo durante la recepción en el Real Club
Náutico de Palma, y mostraron su orgullo por la gesta. No pararon
de sonreír y de recibir felicitaciones, ya que todos, incluidos
ellos, saben que este tipo de pruebas sólo las acaban unos
privilegiados. Junto a ellos también estuvo Matías Salvà. El
presidente del RCNP también ha estado siguiendo día tras día las
evoluciones de Hugo Ramón por el Atlántico.
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