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Amador Pons|SHANGAI
Rafael Nadal sigue revolucionando el planeta tenis y en los albores de su irrupción en el Masters se ha erigido en el punto de referencia de los aficionados chinos. En Pekín empezó el fenómeno del mallorquín para el gigante asiático y su capacidad para ganar seguidores se ha corroborado en Shangai.

Salir del hotel se ha convertido en una odisea para el manacorí, que no puede dar un paso sin verse rodeado de aficionados y sobre todo muchos curiosos. Él responde a las peticiones de autógrafos y fotografías hasta que la premura de tiempo le impide cumplir con sus obligaciones y quizás ésta sea una virtud que le ayuda a ser un ídolo para muchos. No obstante, no siempre es por la falta de tiempo, ya que también las medidas de seguridad que rodean a los participantes cuando transitan por el estadio impiden mayores muestras de cariño de los aficionados.

La prensa china ya ha tenido la oportunidad de verle en acción dentro y fuera de la cancha y su opinión sólo contribuirá a que la figura del manacorí siga creciendo. Su juego y su forma de ser en los actos públicos parece que han logrado dar con la tecla para llevarse los elogios en cualquier rincón del planeta y su última parada no ha sido una excepción.

Sea cual sea su resultado en el Masters Nadal deja huella. El carisma del número dos del mundo está eclipsando en buena medida la presencia de los otros siete participantes en la gran cita de final de curso. Su competencia con Roger Federer en lo deportivo está tanto o más igualada que en lo mediático, porque el suizo y el mallorquín centran durante cada jornada los focos de los medios de comunicación llegados desde todos los rincones del planeta. El helvético no se maneja mal, pero la espontaneidad de Nadal se ha convertido en su gran baza y en un atractivo para cualquier informador.

Combinación
En el Masters Series de Madrid ya se coronó como el icono del tenis español gracias a una combinación de garra y talento que llevaba a los más pequeños a imitarle por los pasillos del Arena sacando bíceps. Ellos y ellas sienten aprecio por un jugador que puede ganar o perder, pero que siempre hará bueno el precio de cualquier entrada que se pague por verle en acción. Bien es cierto que no a todos les sienta del mismo modo sus gestos en las celebraciones y también lo es que esas ganas en sus festejos en los puntos también se traducen en el aliciente para muchos.

No sería de extrañas que las nuevas hornadas de tenistas le colocarán como su modelo y en China va camino de lograr lo mismo. Las manifestaciones de los aficionados de Shangai dista aún de la que cada verano se dispensa a los jugadores del Real Madrid, pero en su justa medida están en una línea similar extrapolada al deporte del tenis, que ha cobrado mayor fuerza en este país que albergará los Juegos Olímpicos dentro de tres años.

El tenis puede ser un perfecto desconocido para muchos chinos, que son la primera potencia mundial en ping pong y una de las referencias en bádminton, pero en los últimos años se trata de un deporte al alza en el que pretenden incrementar sus resultados antes de la llama olímpica encienda el pebetero de su capital. Y es que China se perfila como uno de los pocos aspirantes a arrebatarle la hegemonía a Estados Unidos en el medallero de los Juegos y tras sus buenos resultados cosechados en Atenas en tenis intentarán seguir creciendo.

El potencial de este país no conoce límites y para encauzarlo una de las referencias en lo que al deporte de la raqueta se refiere es Rafael Nadal. Los chinos quieren campeones de futuro y saben que la imagen del mallorquín, que cabe recordar que tan sólo cuenta con 19 años, es un espejo para muchos de los jóvenes que se están adentrando en una disciplina en la que apenas cuentan con referentes.

El tenis se está poniendo de moda y Nadal también. El fenómeno del mallorquín está madurando en el país más grande del mundo, un país en el que viven alrededor de 1.300 millones de habitantes y que, aunque sólo un tanto por ciento escaso de ellos siga el torneo, multiplicará de forma exponencial la figura de Rafael Nadal.

Todo esto sin que haya empezado siquiera a jugar un partido oficial, así que el resultado que puede ser de mayores dimensiones si logra la victoria final. Sólo el piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso podría estar en disposición de alcanzar la resonancia internacional del nombre del tenista mallorquín.