TW
0

El de esta noche no será un encuentro cualquiera, sobre todo para Toni Prats. Si todo transcurre con normalidad y Cúper apuesta por el de Capdepera para defender la portería en Mestalla, el cancerbero jugará su partido número 300 en Primera división e inscribirá su nombre junto al de otros grandes ilustres del fútbol nacional. Con esos dígitos, el balear iluminará su extensa tarjeta de presentación y se pondrá a la altura de los más grandes, ya que sólo tres porteros en activo (Alberto, Cañizares y Molina) han superado la mágica cifra. Antoni Prats Cervera (Capdepera, 1971) empezó a recopilar actuaciones en la elite el 3 de noviembre de 1991, durante un partido disputado en Lluís Sitjar en el que el Mallorca recibía la visita del Athletic Club. El equipo balear cayó ese día y gabellí no volvió a jugar en toda la temporada, lo que unido al descenso sufrido por los isleños al término del ejercicio, provocó que su incursión en la máxima categoría se aplazara durante casi cuatro años.

Prats tuvo que emigrar para volver a enfundarse los guantes como portero de Primera. Se marchó a Vigo al concluir la temporada 1994-95 y se convirtió en el guardián principal de la portería del Celta, donde su juego empezó a ser apreciado por todo el país. En Balaídos disputó 41 de los 42 partidos del campeonato, obtuvo una elevada cuota de crédito y se ganó su fichaje por el Betis, que le confió todo el peso de su seguridad defensiva en un proyecto a largo plazo. En este sentido su gran valedor fue Llorenç Serra Ferrer -el mismo técnico que le hizo debutar en Mallorca-, que había reclamado su incorporación con la intención de exprimir sus cualidades bajo los palos.

En Sevilla Prats disfrutó de los instantes más dulces de su carrera y alcanzó la madurez como futbolista. Durante sus primeras seis campañas en la capital andaluza fue uno de los titulares indiscutibles del cuadro verdiblanco y amontonó hasta 219 participaciones en el torneo doméstico. Además, disputó doce encuentros en competiciones europeas entre 1997 y 1999, lo que le consolidó como uno de los cancerberos más fiables del balompié nacional, que ya le reconocía por la potencia de su disparo y por su habilidad para golpear el balón con los pies, algo poco habitual en la mayoría de guardametas. La figura de Prats creció aún más gracias a ese exquisito trato con el cuero, hasta el punto de que pudo estrenar una cuenta como goleador. En la campaña 1999-00 el mallorquín fue uno de los jugadores designados para ejecutar las faltas en el Betis y los resultados le avalaron rapidamente. Le anotó un tanto al Atlético de Madrid en el Villamarín y poco después repitió la hazaña, ni más ni menos que ante el Real Madrid y en el Santiago Bernabéu, un detalle del que pueden presumir muy pocos jugadores en el mundo.