Elena Gómez es retratada por los fotógrafos instantes antes de iniciar la rueda de prensa en la que anunció los motivos de su retirada. Foto: MONSERRAT

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«Pensábamos que era una lesión leve pero ha resultado ser una lesión crónica. No puedo volver a la alta competición y no he tenido más salida que retirarme». Con estas palabras anunciaba ayer Elena Gómez su adiós de la gimnasia artística femenina. La única campeona del mundo de esta especialidad en la historia del deporte español abandonaba después de haber dedicado catorce años de su vida a la que ha sido su gran pasión, después de haberse pasado los tres últimos años entre las cinco mejores gimnastas del mundo. Se marcha la más grande, pero se inicia la carrera de la entrenadora Elena Gómez. Elena Gómez no imaginaba cuando convocó a los medios de comunicación que su retirada pudiera provocar tanto revuelo. En una sala de actos de s'Agricola repleta, la gimnasta de Manacor inició su discurso serena. Llevaba un tiempo asimilando que se había acabado su etapa como gimnasta y cuando tuvo que dar la noticia ya la había asimilado. Hubo nerviosismo, pero no hubo lágrimas. La niña que ganó el Mundial en 2002 se había convertido en mujer. Más segura, y con el apoyo de Jesús Carballo, que estuvo sentado a su lado, se despidió.

La gimnasta manacorina explicó que «2005 no ha sido mi mejor año deportivamente hablando». La líder de la selección nacional relataba que «cuando comencé a sentir las molestias en Mallorca pensábamos que se trataría de algo leve, pero cada vez que intentaba forzar en los entrenamientos tenía que parar. Después de pasarme casi todo el año visitando especialistas llegaron a la conclusión de que era una lesión crónica y que no podía volver a competir a alto nivel». Las noticias eran las peores. Elena Gómez siempre ha afrontado las competiciones con la intención de colgarse la medalla de oro y las dolencias en el pubis sólo le dejaban abierta una puerta: «después de hablar con los médicos, con los entrenadores y con mi familia nos dimos cuenta de que sólo nos quedaba la retirada».

Nunca tuvo afán de protagonismo y ayer no quiso extenderse demasiado. Explicó los motivos de su abandono y después se limitó a dar las gracias a todas las personas que le ayudaron: «me gustaría dar las gracias a la gente que me ha apoyado durante mi carrera. Empezando por mis primeros entrenadores en Mallorca, Joana Maria Rigo y Mateu Cañellas. A la prensa, tanto de la Isla como a la nacional, que me ha tratado con mucho cariño todos estos años. Al Ajuntament de Manacor, al Govern y a s'Institut por su preocupación en este tiempo. Al pueblo de Manacor. Sobre todo a la gente anónima, que me enviaba cartas, que me paraba por la calle para darme ánimos. A mis entrenadores de Madrid, especialmente a «Fillo» (Jesús Carballo), para mí uno de los mejores entrenadores del mundo y la persona que ha estado conmigo en los buenos y en los malos momentos. Y como no a mi madre, que me ha acompañado siempre y que ha vivido a mi lado toda mi carrera».