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Era un fin de semana para soñar. Como lo está siendo esta temporada. Palma Aqua Mágica y Drac Inca han devuelto la ilusión por el baloncesto a dos ciudades que han vivido a la sombra de la ACB y han tomado nota de Maó. La Copa Príncipe ha significado un antes y un después para el deporte de la canasta. Porque se ha demostrado ante todo el país que Mallorca vuelve a movilizarse gracias al baloncesto y porque se ha peleado codo a codo con dos clásicos que pugnan por recuperar el lugar que también ansían los dos clubes mallorquines que a día de hoy son la referencia a seguir en una de las mejores ligas del continente. Rozó el Inca la gesta, pero fue el Murcia quien hizo valer sus galones y los muchos kilómetros que su extensa plantilla atesora en partidos de altos vuelos.

Diseñada desde un inicio para no reeditar el desastre del pasado curso, el Polaris World Murcia ha variado su fisonomía radicalmente en las últimas semanas. Se ha notado la mano de Manolo Hussein y el papel del técnico ha sido clave para entender el desenlace de la Copa. Se las veía el Drac con un equipo que cotiza al alza, pero los argumentos del cuadro de es Raiguer eran contundentes. Era el partido de Reynolds. También la ocasión para que Jagla exhibiese el talento que llevó a la NBA. La cita ideal para reivindicar a Rod Brown como uno de los bases más desequilibrantes de la LEB. Pero toparon con un bloque sólido y que tenía las cosas muy claras. Quién sabe si con Galarreta la historia hubiera sonreído de una vez por todas a Inca. El corazón de la Mallorca baloncestística latió a doscientas pulsaciones por minuto, pero el trofeo volaba hacia Murcia. El mayor oficio del Polaris World y la progresión que les ha llevado a ser la más firme amenaza del trío de cabeza fue imponiéndose minuto a minuto. Echamos de menos a «Gala», pero también a Stacey. Personalizar la derrota no hace justicia, porque el baloncesto mallorquín ha sido el gran beneficiado. Otra vez será, pero ya irán cinco y se resiste demasiado esta Copa. Una cita que no debe alterar el rumbo de Aqua Mágica y Drac. Lo mejor está por llegar, y será en las series de ascenso cuando las derrotas hagan reír o llorar. Inca y Palma tienen motivos para estar orgullosas. La lógica jugó una mala pasada, pero lo mejor puede que esté todavía por llegar. La ACB ya no es un imposible.

El duelo fraticida entre Aqua Mágica y Drac puso sobre la mesa la revancha del cruce de la liga regular y aseguraba un aspirante a la corona. Fue el Inca quien se manejó con mayor comodidad en un choque de pizarras que dejó noqueado al anfitrión. El más temido por todos, el Polaris World Murcia, también pasó el rodillo sobre un León cada vez menos fiero.

Estaba servida una final eléctrica, una cita para la historia que podía coronar al fin a un equipo balear. Era la segunda vez que la Copa tocaba a las puertas del Drac y no se podía dejar pasar la ocasión de engordar la ilusión de la afición con un título que según la tradición lleva consigo medio ascenso. El público estaba llamado a ser uno de los grandes protagonistas y ha dejado claro a la FEB que la isla vive por y para el baloncesto. Inca y Palma han dado un ejemplo a seguir. Sus equipos no han estado sólos. Al contrario. Son Moix no se llenó, pero el coloridoy el ambiente de las grandes ocasiones han presidido una Copa que, de quedarse en la Isla, hubiera generado la revolución de la canasta.