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El Real Mallorca se detendrá esta tarde en la estación más selecta de todo el calendario. El equipo que dirige Héctor Cúper va a poner a prueba su madurez colectiva ante uno de esos equipos al que los números han elevado hasta los altares futbolísticos. El Barcelona, la escuadra más poderosa de cuantas circulan por la pasarela europea, visita el estadio de Son Moix con el orgullo herido y con la intención de confirmar que su propuesta sigue siendo la más solvente, la más fiable. Y es que los de Frank Rijkaard quieren curar las leves heridas que le ha producido su paso por la Copa frente a un grupo cuyo único objetivo es seguir luchando por la supervivencia (Estadio de Son Moix, PPV, 19.00 horas).

Aunque las diferencias entre ambos son descomunales, el Mallorca se ha propuesto descongelar su cuenta corriente y avanzar algunos metros en la tabla. El cuadro rojillo ha hilvanado ya seis jornadas sin celebrar una sola victoria -su último triunfo fue ante el Alavés en Vitoria el pasado 4 de diciembre- y no gana en Son Moix desde el mes de octubre. De hecho, todo su bagaje como local se resume en dos victorias y cuatro empates, por lo que empieza a ser necesario que imponga sus argumentos como anfitrión antes de que el margen de maniobra se siga estrechando.

Llega el Mallorca a este punto de la competición algo confuso, sobre todo después de haber expuesto sus dos versiones más dispares en sólo noventa minutos. Porque si algo sacó a la luz la cita de la semana pasada en Riazor es que el equipo ha mejorado en cuanto a capacidad de improvisación y optimización de recursos, aunque sigue arrastrando algunas deficiencias graves que le impiden despegar totalmente. Además, existe la sensación de que en el punto cosechado frente al Dépor intervino también la fragilidad del conjunto gallego en su feudo, por lo que la cita de hoy parece diseñada para confirmar la mejoría definitiva.

Héctor Cúper, fiel a su interés por darle continuidad a las propuestas que más dividendos le reportan, va a mantener el esqueleto del equipo que alineó en la última jornada. El argentino está convencido de la validez de su propuesta más reciente y las únicas variaciones que tiene en mente irán siempre orientadas a vigilar esos pequeños detalles que han hecho del Barça el líder más sólido del panorama actual. La gran obsesión del técnico de Chabas es sujetar en la medida de lo posible al ataque del cuadro azulgrana y para eso es necesario apuntalar la línea de cobertura y sellar todas sus fugas. Ahí emergerá la figura del portugués José Carlos Nunes, que cumplirá su vieja pretensión de estrenarse en la Liga española y que lo hará ni más ni menos que ante el favorito y vigente campeón del torneo.

El Barcelona por su parte, también se sumerge en la jornada con la mente nublada. Sus estadísticas son contundentes y su trayectoria en la Liga es asombrosa, pero viene de sufrir un patinazo importante en la Copa del Rey que le ha dejado un poco descolocado. Ese gazapo, unido al bache de juego que se le ha atribuido en los últimas compromisos, ha hecho que el ambiente que rodea al equipo se fuese contaminando a lo largo de la semana y provocó que algunos jugadores, como Oleguer, tuvieran que hacer una llamada a la calma por si la situación se agrava en las próximas semanas. La plantilla azulgrana no está dispuesta a seguir sesteando y afronta el encuentro con la necesidad de acortar más aún el camino hacia el título, aunque ese asunto parece ya liquidado.