30/01/06 0:00
Miguel Luengo|MELBOURNE
El suizo Roger Federer no lució la magia de sus anteriores grandes
victorias, ni tampoco su mejor discurso en la entrega de trofeos,
donde lloró como un niño tras recibir la copa de campeón de manos
del mítico australiano Rod Laver, pero su tenis fue suficiente para
ganar por segunda vez el Open de Australia. Federer mantuvo
inmaculada su marca en el Grand Slam al superar al chipriota Marcos
Baghdatis por 5-7, 7-5, 6-0 y 6-2 en dos horas y 46 minutos, y
apuntarse así su séptimo título de los denominados grandes, y el
tercero consecutivo.
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