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El Profesor Manzano ha empezado a aplicar su manual de psicología dentro del vestuario. El jienense ha desempolvado los libros que metió en la maleta tras concretar su fichaje por el Mallorca y ha recurrido a sus contenidos para calibrar el estado del grupo con el que va a trabajar a partir de ahora. Su primera medida antes de abordar definitivamente el partido ante el Málaga ha sido la de someter a sus jugadores a un test para conocer su estado de ánimo y tiene previsto ordenar su discurso en función de lo que denuncien los resultados. Son los nuevos métodos de un proyecto que camina decidido hacia la primera fase de su reconstrucción.

Manzano aprovechó la primera hora de la mañana para reunir a sus hombres en la sala de prensa de la ciudad deportiva y explicarles el funcionamiento de la prueba que iba a poner en práctica. Después repartió un pequeño cuestionario de cinco preguntas y le pidió a los jugadores que lo rellenasen a conciencia. Entre los interrogantes que se les planteaban había consultas como «¿Cuál es tu estado de ánimo?» y entre otras cosas se les invitaba a enumerar los pensamientos positivos y negativos del futbolista. Éstos se limitaron a rellenarlo y una vez finalizado se trasladaron a uno de los campos de entrenamiento de Son Bibiloni para ejercitarse con el balón. Ya sobre el tapete, Manzano dividió al plantel en tres grupos y cambió el habituapartidillo de los jueves por un pequeño triangular que evitó que trascendieran sus planes de cara al choque del domingo. El de Bailén no hizo distinciones entre titulares y suplentes -en parte también para conservar el grado de implicación de sus hombres- y todo apunta a que no desvelará sus cartas hasta el entrenamiento mañana, en el que trabajará a puerta cerrada.

Aunque el Mallorca se encuentra a las puertas de un compromiso básico para su supervivencia, la resaca de la marcha de Cúper sigue sin evaporarse. El equipo trabaja a buen ritmo y empiezar a perfilar su plan de asalto a La Rosaleda, pero sigue recurriendo al retrovisor para comprender las nuevas coordenadas y esquivar futuros errores. El último en radiografiar la crisis con la intención de emitir un diagnóstico ha sido Sergio Ballesteros, que ha vuelto a hablar tan clarito como lo hace sobre el terreno de juego. El central valenciano considera que los jugadores son tan responsables como el argentino del lío en el que anda metido el Mallorca: «La dimisión de un entrenador es el fracaso de una plantilla», señalaba ayer tras el entrenamiento.