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El aeropuerto de Son Sant Joan vio ayer alterada su calma habitual por la llegada del club más mediático del planeta fútbol. Sobre las 20.00 horas, una pequeña legión de aproximadamente 500 madridistas colapsaba uno de los extremos de la terminal palmesana para presenciar la llegada de las numerosas estrellas que habitan en la plantilla blanca, aunque ésta se disolvía sólo unos minutos más tarde después de que la galaxia circulara de manera fugaz frente a sus ojos.

Camisetas, banderas, bufandas, pósters y sobre todo cámaras, muchas cámaras, se amontonaban en las manos de los seguidores que estaban agolpados tras el cordón policial, que evitó en todo momento el contacto entre aficionados y jugadores. Pocos minutos después de que el avión privado que trasladaba a los madridistas tomara tierra en Ciutat se desató la euforia en el recinto aeroportuario. El encargado de encabezar la comitiva blanca fue el defensor Raúl Bravo, que atravesó la puerta de llegada con gesto serio entre los gritos de apoyo de la muchedumbre. Poco después, y de manera compacta, fueron apareciendo el resto, que atravesaron la terminal de manera agrupada y sin hacer demasiado caso a los que desde el otro lado reclamaban una instantánea o un autógrafo. La locura estalló cuando aparecieron Beckham, Ronaldo, Zidane y compañía, aunque sólo unos pocos, como Iker Casillas, tuvieron el detalle de saludar con la mano a los presentes.

Fuera del aeropuerto la cosa fue muy distinta. Los escasos 50 metros que debían recorrer los jugadores hasta llegar al autocar se convirtieron en una auténtica pesadilla para algunos, como Beckham, que se vio asaltado por una aficionada que se saltó el cordón con la intención de besarle. Los agentes de seguridad que estaban repartidos por la zona la redujeron rapidamente y el inglés pudo continuar su camino entre empujones.

Una vez reestablecida la calma, los futbolistas se subieron al autocar para dirigirse a su hotel de concentración del Paseo Marítimo. La delegación la cerraba López Caro, que fue muy aclamado durante todo el trayecto y al que se le exigió la reacción en el partido de vuelta ante el Arsenal.