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Una afición volcada, un estadio entregado y noventa minutos que pueden marcar toda una temporada. El Mallorca se juega la vida ante un Espanyol que mira de reojo a la final de Copa. El grupo balear recibe al conjunto blanquiazul con la autoestima tocada por la derrota del pasado domingo en Balaídos -la primera de la era Manzano que truncó siete jornadas invicto- pero dispuesto a mantener la inercia en Son Moix. Aquí no dobla la rodilla desde la visita del Barça hace dos meses; desde entonces ha sumado dos triunfos y dos empates, una racha inédita durante todo el curso. (17.00 horas).

Son Moix escenifica un drama entre dos equipos que se adentran en el tramo definitivo del torneo con los mismos sueños y temores. El descenso está en juego esta tarde en un capítulo de la Liga que marca el futuro. El Mallorca se juega la vida. El Espanyol, con sólo un punto más, la posibilidad de allanar el camino de la tierra prometida antes de disputar la final copera del próximo día 12 ante el Real Zaragoza. Es la mínima diferencia con la que ambos equipos afrontarán un encuentro de carácter definitivo en una recta final que no admite segundas oportunidades.

Sobre todo en el caso de los mallorquinista, un equipo que sigue notando en su espalda el calor que desprende el infierno y que en casa no puede permitirse ni un solo tropiezo más. Y es que el triunfo de ayer de la Real Sociedad ante el Málaga, que condena a los andaluces, deja al Mallorca empatado a 31 puntos con Alavés y el equipo donostiarra, que sigue en descenso por la diferencia de goles.