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Después de un puñado de jornadas de tormento, Juan Arango salió de las tinieblas para cumplir con la tradición. El venezolano selló su noveno gol de la temporada -es el máximo goleador del Mallorca- y como suele suceder cuando él marca, el grupo isleño no dobló la rodilla. De hecho, sólo en una ocasión, en La Romareda ante el Zaragoza, el tanto de Arango no sirvió para atrapar puntos. Los ocho goles restantes le han generado al conjunto rojillo unos dividendos notables de nueve puntos. En tres encuentros, el venezolano rubricó la victoria con su gol (frente a la Real Sociedad, Cádiz y Real Madrid) y en otros tres sirvió para no perder (ante Deportivo, Getafe y ayer contra el Athletic de Bilbao). Los nueve goles que suma, unidos a los seis que marcó en el curso anterior, le sitúan con 15 goles entre etop-ten de los mejores realizadores del Mallorca en toda su historia en la máxima categoría.

Seis jornadas
Juan Arango abrazó de nuevo al gol después de seis jornadas de sequía. Desde aquel gol que tumbó al Real Madrid el pasado 26 de febrero, el sudamericano no había vuelto a sonreír.

Arangose destapó en la tercera jornada ante la Real Sociedad. Juan marcó tres goles que contribuyeron al triunfo frente al conjunto donostiarra (5-2) y que le empujaron a todas las portadas. Uno de ellos acaparó todos los elogios después de controlar un balón con el pecho dentro del área y conectar su zurda a la media vuelta que murió en la escuadra realista.

Pero aquella catarata de elogios le perjudicó y entró en un profundo bache de juego. Tuvieron que transcurrir casi dos meses para que Arango encontrara el sendero de la gloria. Fue en el Ramón de Carranza, en un golpe franco que selló el triunfo (1-2).

Juan Arango volvió a las tinieblas y se pasó siete jornadas sin mojar . Rompió su sequía en la última jornada de la primera vuelta, en La Romareda, en un encuentro que comenzó en el banquillo de la suplencia por llegar tarde a la charla de Héctor Cúper. Su tanto, sin embargo, no sirvió para nada, ya que el Zaragoza apuntilló unos minutos después y se embolsó los tres puntos (3-1). El venezolano abrió la segunda parte del campeonato con un gol en Riazor que, unido al conseguido por el japonés Yoshito Okubo, sirvió para no doblar la rodilla (2-2). Entonces, entró en su mejor momento de efectividad al marcar otros dos goles en apenas un mes.

El primero, fue en el estadio de Son Moix, ante el Getafe (1-1) en el partido que supuso el epílogo a la era Cúper. Con Gregorio Manzano en el banquillo, Arango se situó en la vanguardia, como un falso punta. Y respondió de inmediato. Fue a finales de febrero y con el Real Madrid como inquilino visitante del estadio. Con 1-1 en el marcador, el sudamericano recibió un balón de lujo de Basinas, dribló a Casillas e impulsó el cuero hacia el 2-1 definitivo que enloqueció a una hinchada inalterable a la tormenta.

Desde aquella mágica noche, Arango entró en un laberinto. El futbolista sudamericano había expresado su preocupación por la sequía goleadora, aunque antes de viajar a Bilbao declaró que el equipo era lo más importante y que prefería puntuar ante el Athletic que marcar. La racha negativa de Arango ante la portería coincidió, también, con la de su compañero de ataque, el punta argentino Leonardo Pisculichi, que tampoco marca desde el duelo ante el conjunto madridista.

Por ello, el técnico del Mallorca, Gregorio Manzano, se reunió con ambos para pedirles tranquilidad y que no estén preocupados por la falta de puntería.

Otro punto
Ayer, a mediados del primer acto, Arango descubrió flaquezas en la defensa de su rival. Gracias a una inmensa jugada de Tuni, que rebañó un balón imposible en la esquina para robarle la cartera a Expósito, el venezolano impulsó su bota para sellar el empate y darle un nuevo punto al Mallorca, el noveno en lo que llevamos de temporada, que mantienen al conjunto bermellón con opciones de amarrar la permanencia en la máxima categoría.

En la piernas de este internacional venezolano, un ídolo en su país, reposa una porción notable de la supervivencia isleña y de su acierto dependerá el destino mallorquinista en las seis últimas jornadas de campeonato, una recta final que se presenta de infarto por el atasco en los suburbios de la tabla, con un puñado de equipos separados por apenas tres puntos.