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El Mallorca está a punto de completar el círculo de su particular década prodigiosa. Consolidado ya como el club más representativo del archipiélago tras asegurar su décima presencia consecutiva en Primera división, la entidad del Camí dels Reis pretende ahora echar raíces entre la flor y nata del fútbol español y utilizar la experiencia recopilada a lo largo de estos últimos años para seguir creciendo a todos los niveles. La SAD isleña ha vuelto a sortear un año más las innumerables trabas que le imponía la liga y se ha convertido en un perfecto especialista a la hora de sobrevivir ante situaciones extremas.

El cojunto balear iniciará en septiembre una nueva travesía por el torneo con la posibilidad de hacer otra vez borrón y cuenta nueva. Teniendo muy presente la pila de errores que se han sucedido a lo largo de los últimos meses, el Mallorca pondrá sus contadores a cero a partir de esta semana y empezará a construir su décimo proyecto consecutivo en el ático del balompié nacional con la necesidad de dar un salto cualitativo en sus aspiraciones.

Para llegar a este punto el club ha tenido que soportar un ejercicio repleto de trampas y socavones que se ha saldado con el mejor de los finales posibles, pese a las fugas que reflejaba en sus orígenes. Todo comenzó el 28 de agosto de 2005, con un partido ante el Deportivo que abría la puerta del sufrimiento y que advertía de que lo que llegaría un poco más tarde. Con Héctor Cúper de nuevo al frente del equipo el Mallorca empezó a caminar por el torneo de forma titubeante y aunque daba la sensación de que tenía capacidad para remontar el vuelo, se fue deteriorando de manera alarmante hasta que se estrelló contra el fondo de la clasificación. El técnico de Chabas, pese a su incansable trabajo para sacar al equipo los suburbios, fue incapaz de sacarle el jugo al vestuario y éste quedó atrapado en una espiral destructiva que amenazaba con destruir los cimientos sobre los que reposaba hasta entonces.

En la vigésimo tercera jornada, después de un lamentable encuentro ante el Getafe en el que público de Son Moix aireó publicamente su enfado, Cúper dijo basta. El argentino, harto de remar sin obtener ningún tipo de recompensa, se declaró incapaz para sacar a flote al equipo y renunció al cargo de entrenador -y al suculento contrato que le unía a la entidad- para cederle su espacio a otra personas con las ideas más frescas.

Una vez más el Mallorca volvió a recurrir a su pasado más reciente para enderezar el rumbo y recuperar la dignidad que se había ido dejando por el camino. En esas apareció Manzano, que seguía siendo recordado en la Isla como el héroe de la Copa del Rey. Acompañado de su inseparable segundo, Gonzalo Hurtado, el jienense puso en marcha su varita mágica y el Mallorca despertó del letargo con dos victorias inapelables que le abrieron paso entre la maleza del vagón de cola. Pasito a pasito, el conjunto isleño se fue acercando a su objetivo y gracias a un golpe de efecto a las puertas del final -en menos de cuatro días derrotó a Atlético de Madrid y Valencia- certificó su continuidad en Primera división cuando aún faltaban dos jornadas para el cierre final.

Una vez superado este escollo, llega el momento de disfrutar, de volver a ilusionarse con el cuadro rojillo. Será la décima temporada consecutiva en la máxima categoría, la vigésima a lo largo de su historia. Y de eso no puede presumir todo el mundo.