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El restaurante Es Molí des Comte se convirtió anoche en el epicentro del mallorquinismo. El motivo no era otro que la celebración de la tradicional fiesta de la Peña Graderío, que reunió a manteles a sus socios y a otros muchos representantes de los distintos estamentos del club para cumplir con un ritual que realiza desde hace treinta y seis años. La asociación presidida por Miguel Garro aprovechó la velada para distinguir a los jugadores de la plantilla que más minutos disputaron la temporada anterior y para disfrutar del buen momento por el que atraviesa el conjunto de Gregorio Manzano después de su victoria del pasado domingo frente al Levante.

La cita reunió a doscientos comensales entre los que se encontraban algunos invitados ilustres. Además de los premiados (Juan Arango, Fernando Navarro y Toni Prats) no faltaron otros integrantes de la primera plantilla como los futbolistas Ariel Ibagaza y Jonás Gutiérrez; el segundo entrenador, Gonzalo Hurtado, y otros componentes del equipo técnico como César Mota, José León y Joan Mesquida.

A nivel institucional el Mallorca contó con una representación de lujo que encabezaba el presidente y máximo accionista, Vicenç Grande y en la que también se encontraban el gerente, Pere Terrassa; director de relaciones externas, Matías Rebassa y el director de la Fundació, Xisco Gálvez. Tampoco quisieron perderse el encuentro el presidente de la Federació de Penyes Mallorquinistes, Jaume Capllonch o la alcaldesa de Palma, Catalina Cirer, que aclaró que acudía a la cena «en calidad de peñista», aunque después acabaría siendo una de las grandes protagonistas de la noche.