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Miguel Luengo|MADRID
Un año después de ganar el título en esta misma pista, el español Rafael Nadal, obsequió al público madrileño con lo mejor de su tenis para derrotar al estadounidense Mardy Fish, procedente de la fase previa, por 6-4 y 6-2, y avanzar a los octavos de final del Mutua Madrileña Masters Madrid. De aquella final contra el croata Ivan Ljubicic, Nadal tenía malos recuerdos. Su lesión en el pie en aquel partido le privó después jugar la Copa Másters de Shanghai y el Abierto de Australia entre otros torneos. Pero ganó, entre otras razones, por el fervor popular, el mismo apoyo con el que hoy destrozó al mejor amigo de Andy Roddick en 81 minutos.

Para Nadal jugar al tenis parece fácil, y lo es porque llega rápido y preciso al sitio justo, y hace jugar a su rival un golpe más todavía, siempre más arriesgado, con lo que eso conlleva. Para colmo el de Manacor está reciclando su servicio y ahora aparece mucho más seguro y potente, y le permite además asegurar luego su temible derecha.

Fish, 54 del mundo, parecía más rival en principio porque había ganado tres partidos ya en Madrid, dos de ellos en la fase previa y uno en el cuadro principal, contra el belga Xavier Malisse, pero inmediatamente quedó claro, que salvo su saque, no posee armas suficientes para hacer frente al vendaval que representa Nadal cuando domina la pista.