La vida sigue igual en el ONO Estadi. Ni el parón navideño ni el cambio de año han suavizado el maleficio que se instaló desde hace tiempo en el estadio mallorquinista y que ahora amenaza con provocar un terremoto de grandes dimensiones en la estructura rojilla. El primer partido del 2007, el de los buenos propósitos, resultó devastador para el grupo de Gregorio Manzano y acabó con la paciencia de los aficionados, que volvieron a echar mano de los pañuelos para despedir al equipo. De hecho, el partido acabó en familia y los pocos que resistieron hasta el final lo hicieron para dedicarle una sonora pitada a los responsables del problema. Jugadores, cuerpo técnico y consejo de administración. Nadie se libró de la bronca.
La tarde, en su nacimiento, tenía muy buena pinta. El público isleño estaba ansioso por reencontrarse con el fútbol y con la Liga y acudió al estadio del Camí dels Reis con la intención de darse una alegría y disfrutar al fin de una bueba noticia. A eso ayudó también el comienzo del partido, que mantuvo al público en una tensión constante. El Mallorca tenía buenas intenciones y sus aproximaciones al área de Dani Aranzubía hicieron subir un par de grados la temperatura de la tribuna. Hubo tiempo incluso para alguna que otra jugada polémica en la que el colegiado Pérea Burrull notó muy cerca esa presión que tanto se echa en falta en otras ocasiones. Mientras tanto, los seguidores del Athletic, numerosos pero muy repartidos por todo el estadio, se limitaban a observar la progresión de los suyos sin olvidarse sus viejas reivindicaciones a través de una enorme pancarta situada en la parte alta de la grada en la que se reclamaba justicia para Carlos Gurpegi.
Todo empezó a torcerse en un saque de esquina en el que Yeste sacó a pasear su zurda. Urzaiz contaba con ello y se anticipó a su marcador para cambiar el rumbo del encuentro y provocar los primeros murmullos de la hinchada, que parecía conocer el desenlace que después se produciría.
La llegada del descanso generó aún más dudas, pero lo que acabó con la esperanza de los seguidores fue el segundo tanto de Ismael Urzaiz y eso que el cronómetro todavía no había superado el minuto 52. Empezaron a escucharse los primeros silbidos y las miradas apuntaban al palco. La tensión era tan evidente que ni los jugadores pudieron escaparse de ella. El propio Toni Prats mantuvo un pequeño pique con un sector de la grada tras un inocente saque de puerta y los aficionados se cebaron con el meta de Capedepera, que volvió a ser titular a pesar de todo lo que se había hablado durante la semana. Ramis, muy desafortunado, también recibió muchas de las críticas que se iban repartiendo a medida que el Athletic agrandaba la cuenta.
Un extraño tanto de Expósito en propia puerta mantuvo el suspense, aunque fue sólo por un par de minutos. Exteberría remató la faena gracias a un fallo enorme de la zaga y el mallorquinismo al completo estalló mientras reconocía el buen trabajo de los vizcaínos. Y es que el 24 de septiembre (el Mallorca no gana en casa desde entonces) queda cada vez lejos.
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