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EGuille Pereyra circula por el tramo más delicado de su aventura europea. El centrocampista argentino del Real Mallorca, que es además uno de los cuatro capitanes de la primera plantilla, ha pasado de ser uno de los futbolistas más utilizados de la primera parte del campeonato a vivir en un ostracismo casi absoluto con la llegada del nuevo año. El ex de River Plate asegura que no tiene muy claros los motivos de su salida, aunque afirma que no está dispuesto a bajar los brazos y reconoce que le gustaría seguir vinculado a la entidad isleña muchos años más. La entrada del 2007 ha limitado en exceso el margen de maniobra del futbolista, cuyo nombre desapareció de la libreta de Manzano justo antes del partido frente al Sevilla en el Sánchez Pizjuán: «Lo llevo bien, de la manera que puedo. A ningún futbolista le gusta estar fuera del equipo, pero esto se revierte trabajando y yo tengo la esperanza de volver. Trato de aportar y si no puedo hacerlo dentro del campo lo hago durante la semana, en los entrenamientos», apuntaba ayer el argentino en relación a su estado actual. «No sé a qué se debe. Yo estoy aquí para trabajar y el que decide es el entrenador. Ahora tenemos muchas variantes en todas las posiciones del campo y voy a seguir trabajando a la espera de una oportunidad», añadía.

La ausencia de Pereyra en las últimas convocatorias resulta sorprendente. El sudamericano recaló en la disciplina del club durante el mercado de invierno de la temporada 2003-04 y aunque nunca ha sido uno de los jugadores preferidos de la afición bermellona, siempre ha jugado un papel importante en el vestuario. Tres años después, ha sido condenado a la grada y su futuro en la Isla parece más negro que nunca. Él no lo entiende, pero lo justifica: «Desde que llegué al club he ido siempre de frente y nunca he tenido problemas. Pienso que la situación actual se debe unicamente a un problema deportivo. Nunca he vivido nada así, aunque espero seguir mejorando. Estoy sorprendido y no me gusta estar así, pero creo que es lógico».

La progresión de Pereyra a lo largo del presente ejercicio también resulta llamativa, ya arrancó a muy buen nivel hasta que su figura empezó a reducirse. Fue titular en los tres primeros compromisos del torneo (ante Recreativo, Deportivo y Zaragoza), y después desapareció de las notas del técnico, hasta el punto de que le costó casi un mes volver a pisar un terreno de juego. Lo hizo coincidiendo con el desplazamiento a la base de operaciones del Levante y pese a que contribuyó con su trabajo a elaborar un triunfo fundamental (0-1), volvió a carecer de la continuidad necesaria para seguir evolucionando. Manzano no recurrió a él un solo minuto en los encuentros ante Real Sociedad, Betis y Atlético de Madrid y en un nuevo cambio de rumbo le recuperó para el once inicial en los cruces ante Getafe, Barcelona y Nàstic de Tarragona, donde el Mallorca logró la última victoria a domicilio que figura ahora mismo en su casillero. Después salió desde el banquillo frente al Celta y se perdió la visita del Racing, aunque antes había sido titular ante el Osasuna. Recientemente había disputado de forma íntegra los partidos contra el Valencia y el Athletic y tras salir otra vez de la formación en la Copa, verá el encuentro de esta tarde a través de la pequeña pantalla. Angelos Basinas y Jordi López le han cogido una ventaja importante y tendrá que volver a ganarse el puesto en los campos de la ciudad deportiva de Son Bibiloni. Su última oportunidad para reivindicarse le llegó en el partido de Copa de Riazor ante el Deportivo. Desde entonces, ha vivido al margen de las alineaciones sin que Manzano le haya argumentado su salida: «Estoy recibiendo el mismo trato de siempre y si no pido explicaciones cuando juego, tampoco lo hago cuando me toca descansar», subraya el pivote.